En otros lugares, en palabras del filósofo, el retorno de Rajoy a su despacho de Santa Pola no sería noticia. Y no lo sería, queridísimos lectores, porque la política se contempla como un viaje de ida y vuelta. En la Hispania que nos mira, los expresidentes del Gobierno se han convertido en oportunidades para los mercados. Son, como todos sabemos, jarrones chinos cuyo valor viene determinado, por los contactos que supone el periplo por la política. Así las cosas, para muchos cargos públicos – concejales, alcaldes, diputados y demás – la política ha sido un trampolín hacia el dinero. Tanto es así, que Aznar, Zaplana y Felipe González, por citar algún ejemplo, han hecho el agosto con las rentas de su reinado. Gracias a las puertas giratorias, hoy son consejeros de empresas, conferenciantes de renombre y grandes empresarios. Así las cosas, el gesto de don Mariano debería servir de ejemplo para quienes, tarde o temprano, serán defenestrados.
Mientras don Mariano disfruta del sol y del marisco en la Villa de Santa Pola, en Génova se oyen los sables por la conquista de su silla. Soraya, Pablo y María Dolores son, entre otros, los candidatos más probables para reconstruir el Pepé, tras la hecatombe de su derrota. Tanto Sáenz de Santamaría como Cospedal representan el continuismo del marianismo tardío. Mientras Soraya ha sido la voz de cada viernes en los aposentos de La Moncloa, María Dolores ha sido quién ha dirigido la orquesta en el seno del partido. Tanto una, en el Gobierno como la otra, en el partido; ambas comparten los mimbres del postaznarismo. Más allá de sendas candidatas, la candidatura de Casado se presenta como una bocanada de aire fresco al desgaste de la derecha. Querido por aznaristas y marianistas, Pablo insufla juventud a un partido de dinosaurios, que recuerda a la Hispania del fraguismo. Para competir con garantía, Casado debería deshacerse, cuanto antes, de las piedras de su mochila. Sin aclarar lo de su máster, el sino de Pablo será muy parecido al de Màxim o al de Cifuentes, por ejemplo.
La elección del nuevo candidato ya no será por el método del "dedazo", sino por cauces democráticos. Con este gesto, el Partido Popular gana puntos en su cultura sucesoria, algo importantísimo para el fortalecimiento de la democracia interna del partido. Aún así, la crisis de liderazgo facilita el despegue del sanchismo. Mientras el Pepé arregla los desperfectos de su casa, el PSOE toma aire en el vuelvo hacia las próximas generales. Aunque el año 2020 esté a la vuelta de la esquina, dos años en política es tiempo suficiente para cimentar el poder en La Moncloa. Durante este tiempo, el partido socialista tiene una oportunidad magnífica para reconquistar su feudo, tras el declive de Zapatero. Así las cosas, la misión de Pedro Sánchez no es otra que la defensa a ultranza de las políticas sociales. Tras el desmantelamiento del Bienestar, las políticas activas de empleo, pronatalidad, igualdad, pensiones, sanidad y educación, entre otras, se convierten, sin duda alguna, en la hoja de ruta del sanchismo. Una hoja de ruta necesaria para que, de una vez por todas, resurja la clase media española; la gran perjudicada por el marianismo.
dezabaleta Mark
/ 22 junio, 2018Bien analizado …
Saludos
Mark de Zabaleta