• LIBROS

Entrada siguiente

De Sánchez, Jacinto y el problema migratorio

Probablemente, si hiciéramos una encuesta y preguntáramos a la gente: ¿está usted de acuerdo con la erradicación del hambre en el mundo?, la mayoría de los mortales – por no decir todo el universo – contestaría: sí, estoy de acuerdo. Si acto seguido, preguntáramos: ¿está usted de acuerdo con las acciones humanitarias para ayudar a los migrantes?, una vez más, la mayoría contestaría: sí, estoy de acuerdo. Ahora bien, si a continuación, le preguntáramos a los mismos encuestados: ¿cuántos migrantes acogería usted en su casa?, la respuesta no estaría tan clara. Y no lo estaría, queridísimos lectores, porque una cosa es el discurso emocional, lo políticamente correcto de cara a la galería, y otra, bien distinta, son los hechos, sus causas y efectos. Así las cosas, la acogida de migrantes por parte del sanchismo se debe analizar, más allá del buenismo, de la ética y de los gestos políticos.

Frente al cerrojo de Italia, frente al populismo lepenista y trumpista, Sánchez se proclama como el nuevo Obama de Europa. Un líder humanitario, que vela por el bienestar de los migrantes, más allá de sus efectos negativos para la coyuntura económica. En el sistema capitalista, ya lo dijo Marx en su cabreo contra el sistema, las personas se convierten en pura mercancía. Tanto es así, que en el precio de las manzanas, va incluido el sudor de los peones. A menor coste de la mano de obra, más competitivo será el precio de la fruta en los mostradores de "la Juana".  Dicho esto, la cuantía y calidad de los recursos humanos, determina, en buena parte, la ventaja competitiva en la complejidad de los mercados. Por ello, el "tanto tienes, tanto vales" y el "tanto eres, tanto vales" son los indicadores, que clasifican a los países en centrales y periféricos. Dicho esto, la pregunta del millón sería: ¿acogería usted, en su casa, a tres migrantes sin dinero, sin estudios y sin trabajo?

La respuesta, al párrafo del arriba, pasaría por el filtro del poder adquisitivo. No es lo mismo que los migrantes sean acogidos por Amancio Ortega, por poner un ejemplo, que por Jacinto Martínez, el barrendero de mi pueblo. Y, no es lo mismo, porque mientras Amancio podría mantener a los acogidos sin grandes esfuerzos adicionales, Jacinto tendría que hacer malabarismos para no caer en bancarrota. Tanto el empresario como el barrendero, suscitarían un "efecto llamada" hacia los portales de sus casas. Las voces se correrían y, un día sí y otro también, nuevos migrantes tocarían sus timbres para ser acogidos. Este ejemplo, extraído de los mentidores callejeros, sería perfectamente extrapolable a la abstracción de los países. La migración incontrolada, por muy duro que resulte decirlo, no es buena consejera para la salud de los Estados. Recuérdese que existen altas correlaciones entre inmigración irregular, pobreza e inseguridad.

La bofetada de Italia a los tripulantes del Aquarius destruye los cimientos de la Europa solidaria. Si nadie acogiera a los migrantes, si todo el mundo mirara hacia otro lado, el Tercer Mundo moriría en menos que canta un gallo. La acogida de migrantes implica, aunque cueste reconocerlo, un "lastre" para las cuentas de los Estados. Un "lastre" que alimenta los discursos xenófobos del conservadurismo populista. Y, un "lastre" que pone en jaque la sostenibilidad de los Estados del Bienestar. No es lo mismo que los migrantes sean acogidos por los pobres de Europa – Italia, España, Grecia y Portugal – que por los ricos de arriba. Ante esta desigualdad entre la casa de "Amancio" y el piso de "Jacinto", se debería trazar un plan, para que el reparto de refugiados fuera conforme al bolsillo de los Estados. Este plan de acogida necesitaría, por cuestiones de eficacia, la coordinación entre los mismos. Así las cosas, el gesto de Sánchez se convierte, sin la solidaridad de sus vecinos, en "comida para hoy y hambre para mañana". Mientras España abra las puertas de Europa y otros mantengan cerradas sus habitaciones, el problema migratorio tendrá un final indeseado. El problema se traducirá en el mismo que tendría Jacinto; si en lugar de acoger a tres migrantes, acogiera a cien con los tentáculos de su sueldo. Crudo.

Deja un comentario

1 COMENTARIO

  1. Excelente artículo …

    Saludos
    Mark de Zabaleta

    Responder

Deja un comentario

  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

  • Categorías

  • Bitakoras
  • Comentarios recientes

  • Archivos

  • Síguenos