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Pedagogía energética

La cruzada de Isabel Díaz Ayuso contra el gobierno de Sánchez se ha convertido en algo predecible y aburrido. En España, la gente sabe leer. No estamos ante el país de la época franquista donde la inmensa mayoría de la población era analfabeta. Un país, como les digo, donde el fútbol y los toros servían de cortinas de humo para esconder las miserias del régimen. Hoy, gracias al progreso democrático, existe una cierta alfabetización política que sirve  para desenmascarar a los políticos. Existe una lucha por La Moncloa que pone sobre la mesa las teorías de Maquiavelo. Todo vale, como les digo, en tal de desbancar al otro y dejarlo en la cuneta. Y en ese "todo vale" entra en juego el interés partidista por encima del interés general. Si antes fue, el enfrentamiento de Ayuso – en tiempos de pandemia – contra el cierre de los bares decretado por el Gobierno. Ahora es la "pataleta" contra las medidas, para el fomento del ahorro energético, decretadas por Sánchez.

Ayuso recuerda, por su afán de protagonismo, a los tiempos de Esperanza Aguirre. Tiempos, como saben, donde la expresidenta madrileña salía en más fotos que el propio Mariano Rajoy. El plantón contra el cierre de bares sirvió para conseguir el beneplácito de miles de hosteleros madrileños y ganar las elecciones. Si miramos por el retrovisor de los tiempos, el populismo ha sido la tecla infalible para conseguir victorias electorales. Cualquier dictadura mantiene a raya a sus súbditos mediante la estrategia, archiconocida, del "pan y circo". Ahora bien, en política hay decisiones que son impopulares. Decisiones como la subida de impuestos, la bajada del salario a funcionarios, la congelación de las pensiones y los recortes en educación y sanidad, entre otras. Son medidas que afectan directamente al bolsillo de la gente, hieren sensibilidades y traen consigo futuros castigos electorales. Hoy, las medidas decretadas por Pedro Sánchez son impopulares. Y lo son, queridísimos lectores, porque atentan contra el tejido turístico y comercial del país.

El apagón de los escaparates inunda de tristeza a las calles de Madrid. Resta glamour a los viandantes de la capital y suscita cualquier tipo de miedos y temores asociados con la oscuridad. Cualquier crítica contra estos apagones será aplaudida y bienvenida por los nostálgicos de la luz. Nostálgicos, con nombre y apellidos, como son los miles de vecinos, turistas y familias que regentan tiendas en cualquier calle de la ciudad. La privación de la luz y sus efectos estéticos son sensibles ante los ojos de la gente. Tanto que los argumentos abstractos – ahorro macroeconómico, distopía lumínica y demás – no son comprendidos por muchos ciudadanos. En esa incomprensión – basada en las luces cortas – es donde tiene cabida y acierto la postura de Ayuso. Su defensa del encendido, aunque vaya en contra de las recomendaciones de los expertos, es bien acogida por el mercado. Un mercado salvaje que destruye, de forma silenciosa, el planeta y amenaza con el agotamiento de los recursos energéticos.

Ante estas medidas impopulares, los políticos deben realizar pedagogía energética. Se necesita una labor pedagógica que tenga como objetivo la concienciación ciudadana sobre los riesgos ecológicos. En días como hoy, donde el cambio climático se ha tomado por una gran parte de la población a cachondeo, es complicado dar la vuelta a la tortilla. Es complicado que la toma de conciencia sea adquirida de la noche a la mañana. Para que esa pedagogía afecte a la población hace falta que se traspasen ciertas líneas rojas. Hace falta – y lo digo con ironía – "que la pobreza energética estrangule a la clase media y que los huracanes, y las danas, sean más frecuentes y dañinos. Hace falta que los golpes de calor se cobren más vidas que de costumbre. Y hace falta, maldita sea, que se produzca una hecatombe para que, de una vez por todas, se sancione el despilfarro energético y se interiorice el ahorro responsable". Si no lo hacemos, pronto echaremos de menos la luz de las farolas. Pronto prestaremos más atención a los mensajes de Greta Thunberg y otros líderes que luchan contra el cambio climático. Y pronto exigiremos responsabilidades a quienes, en pro del populismo, critican y entorpecen las medidas ecológicas.

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1 COMENTARIO

  1. Juan Antonio Luque

     /  13 agosto, 2022

    Desgraciadamente la cruzada de IDA esta dando muchos votos al PP, porque la mayoría de los españoles son analfabetos politicosociales.

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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