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Patriarcado literario

Más allá de la desigualdad de género laboral. Más allá de que las mujeres tengan más temporalidad, salarios bajos y parcialidad, existe otra batalla por librar. Y esa batalla no es otra que el patriarcado literario. En mis clases de filosofía, sin ir más lejos, me indigna cada vez que leo, en la prosa aristotélica, el término "hombre". En casi todos los manuales aparece el silogismo formulado con tinta masculina: "Todos los hombres son mortales. Sócrates es hombre. Luego Sócrates es mortal". No olvidemos que en la Atenas de Pericles, las mujeres tenían vetado votar. Y lo tenían, según reza un viejo mito de la antigüedad porque "en una elección para decidir el nombre de Atenas, ganó Atenea a Poseidón por un solo voto. Poseidón – tras la derrota – inundó la región. Para calmar su cólera  desde entonces las mujeres dejaron de tener derecho al voto". En esta época, las mujeres eran invisibles en la sociedad. Invisibles por un convencionalismo político que las ninguneaba con respeto al varón.

A lo largo de la historia, las mujeres no han sido bien acogidas por la literatura. Sí que ha habido alguna que otra pluma femenina pero, en comparación con los nombres masculinos, están en minoría. Y lo están, queridísimos amigos, no porque su talento brille menos que los hombres. Lo están porque el sistema político y cultural no ha apostado por la igualdad literaria. Hoy, las tornas han cambiado. Actualmente hay brillantes literatas pero, sin embargo, echo en falta más textos en la sección de feminismo cuando deambulo por la biblioteca. Falta una poesía que clame por el equilibrio de la balanza. Una poesía, como les digo, que ponga en valor la rebeldía femenina. Es necesaria una rima desgarrada que se lea en las instituciones educativas. Fata una nueva estirpe que coja el testigo de Gloria Fuertes, Gabriela Mistral, Carmen Conde, Concha Méndez y Alfonsina Storni, entre otras. Hace falta que surjan más ensayistas sin desprestigiar las actuales. Más ensayistas que reflexionen al modo de Emilia Pardo Bazán, María Zambrano y Esther Tusquets, entre otras. Es importante que surja otro Cervantes que escriba el Quijote en femenino. Que cuente la historia desde un discurso inclusivo. Un discurso que evite la discriminación literaria.

La literatura, decía un viejo conocido, es la otra historia de los pueblos. El historiador estudia los fenómenos históricos desde la razón y la frialdad de los datos. El novelista abre una ventana a la Toma de la Bastilla, a las callejuelas de Madrid y al Londres de finales del siglo XVIII. Y esa mirada necesita los ojos de una mujer. Los ojos que sustituyan a Galdós y Dickens, por ejemplo. Una mirada que hable de desigualdades y ponga en valor la lucha contra el patriarcado. Un patriarcado que hoy, en pleno siglo XXI, sigue vigente entre nosotros. Y sigue en el reparto injusto de los roles domésticos. Y sigue en los entierros de los pueblos donde solo los hombres pasan por delante de los féretros. Y sigue en algunas profesiones donde solo habitan corbatas y pantalones. Y sigue, y disculpen por la redundancia, en ciertos deportes donde la fuerza femenina está ausente. Y sigue en aquellos periódicos donde por cada diez columnistas, una pluma tiene nombre de mujer. Y sigue en la violencia de género donde la mayoría de las lápidas son esculpidas con nombres femeninos. Es necesario que se despierte el egoísmo democrático para que se destruya, de una vez por todas, el patriarcado literario.

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2 COMENTARIOS

  1. Estimado sr. Ros. No entiendo su indignación. Aristóteles escribió lo que escribió. Solo hay que hacer una matización y aclarar la cuestión, a no ser que en una clase de lógica interese menos la estructura del silogismo que el sesgo ideológico (partriarcal, según la nomenclatura al uso) de su presentación. ¿Por qué es necesario un Quijote en femenino? Es más, ¿qué significa «Quijote en femenino»? No entiendo estos arrebatos feministas en el seno de una materia, la filosofía, cuyo objetivo debe ser, como mínimo, criticar y no imponer ideologías, sean del género que sean («género», esa palabra). No es necesario reescribir la historia para reivindicar el papel de las mujeres en los diferentes ámbitos de la sociedad. Hay otras opciones, más actuales, más contemporáneas, que no pasan por la redacción de un Quijote femenino. Un saludo.

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  2. Carmen

     /  13 octubre, 2021

    Toda la razón, aún queda mucho que cambiar en esta sociedad.

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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