En más de una ocasión he defendido a Pedro Sánchez. Y lo he defendido porque su mandato guarda similitudes con el periplo de Zapatero. Ambos apostaron por un avance en los derechos fundamentales. Con el zapaterismo se aprobó la ley del matrimonio homosexual. Una norma muy criticada por la derecha y, en concreto, por Ana Botella. Según la mujer de José María Aznar: "Una manzana y una pera no pueden dar dos manzanas". Hoy, quince años después, la proliferación de parejas gays y lesbianas es un hecho en nuestro país. España ha superado la censura del franquismo y, por fin, la orientación sexual no es motivo de persecuciones y encarcelaciones. Esa ley supuso una evolución en los DDHH. Rompió con los cánones eclesiásticos y ensanchó las libertades. Con el sanchismo se aprueba la "Ley Trans", una norma que permite la elección – libre e incondicionada – del género. Permite elegir la identidad sexual sin necesidad de pasar por el dictamen de ningún facultativo. El género, como diría Sartre o Beauvoir, "se hace, no se nace". Esta ley fortalece los derechos sexuales y supone una consolidación del camino iniciado por ZP.
Con el sanchismo se aprueba la ley de la eutanasia, una norma que permite el derecho a morir ante el dolor que supone el padecimiento de enfermedades incurables. Un derecho, como les digo, que gana la partida, una vez más, al dogma de las sotanas. El derecho a una muerte digna aumenta el abanico de las libertades privadas y nos sitúa en la órbita de países como Holanda. Más allá de este avance democrático, Sánchez ha sacado a Franco del Valle de los Caídos. Y ha sacado, también, a la familia del generalísimo, del Pazo de Meirás. Dos hechos que fortalecen la Ley de Memoria Histórica aprobada por el ejecutivo de Zapatero. Y dos hechos que separan los relatos de la izquierda y la derecha. Tanto Sánchez como Zapatero son buenos negociadores. El segundo negoció el final de la banda terrorista ETA. Consiguió el desarme de la misma y abrió el proceso de paz en Euskadi. Sánchez, por su parte, ha buscado la concordia entre España y Cataluña. Y la ha buscado, primero con el acierto del relator, y ahora con los indultos a los políticos presos del procés. Indultos que invitan al diálogo. A un diálogo, dentro del marco constitucional, que posiblemente reforzará el Estatut y el respeto por el Estado de las Autonomías.
Gracias al sanchismo se han consolidado tareas comenzadas por el zapaterismo. Tareas como la duración, a 16 semanas, del permiso por paternidad. Un permiso que se equipara con la maternidad y nos sitúa muy próximos al modelo escandinavo. Esta equiparación supone un paso al frente en materia de igualdad. Con la mayoría precaria de Sánchez se ha conseguido un aumento del Salario Mínimo Interprofesional. Un aumento impensable durante el periplo de la derecha. El establecimiento del SMI en novecientos cincuenta euros mensuales supera el objetivo de los ochocientos euros, propuestos por Zapatero. Tanto Pedro como José Luis han apostado por los derechos sociales. Derechos que van más allá del reduccionismo económico del Pepé. Con el sanchismo se han conseguido 140.000 millones de fondos europeos. Unos fondos que servirán, si se administran bien, para reactivar la economía tras un año y medio de pandemia. Y unos fondos que pondrán en valor las teorías de Keynes cuando más las necesitamos.
Juan Antonio Luque
/ 1 julio, 2021Pero ya vemos lo que sale en la prensa de la caverna y a lo que se dedica la derecha… Proces y rotura de España y ETA. Este es el nivel político de la derecha española.