Una vez más, el PP vuelve a ganar las elecciones en Galicia. Y digo una vez más, y digo bien, porque el partido liberal ha gobernado en la tierra fraguista durante 36 años de los 42 años de autonomía. Este dato se debe interpretar en clave sociológica. Existe, como podemos comprobar, un voto estructural que está por encima de los fenómenos coyunturales, la organización interna del partido y los líderes de turno. Galicia vota PP y lo hace desde una cultura e ideología conservadora, que valora lo tradicional y el costumbrismo local. Así las cosas, cualquiera lectura – en clave nacional – no tiene mucho sentido para el análisis del resultado electoral. Ello demuestra que las victorias gallegas no se deben personalizar en las figuras de Fraga, Feijóo y Alfonso Rueda. Por encima del carisma del líder y el relato electoral está la estructura social, que ha determinado – una vez más – la victoria del liberalismo en detrimento de la socialdemocracia y sus extremos.
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