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De Rubiales y Platón

A raíz del caso Rubiales, me vino a la mente las enseñanzas de Platón. Decía el discípulo de Sócrates que el alma se aposentaba en tres partes de nuestro cuerpo. En la cabeza residía el alma racional cuya virtud no era otra que la prudencia o sabiduría. En el pecho vivía el alma pasional cuyo cultivo desembocaba en la valentía. Y finalmente, en el bajo vientre habitaba el alma apetitiva o, dicho en otros términos, el alma concupiscible. Su virtud era la moderación o templanza. Aristocles, así era el verdadero nombre de Platón, explicó esta antropología a través del "mito – alegoría – del carro alado", en su diálogo Fedro. En este relato, la vida humana viene representada por una biga, o carro romano, tirado por dos caballos y dirigido por un auriga. El auriga – el conductor de la biga – representa el alma racional. Los dos caballos, uno bello y bueno se corresponde con el alma pasional. Y el otro, feo y malo simboliza el alma apetitiva. El auriga debe dirigir ambos animales y evitar que se desboquen y que el carro descarrile.

El alma racional, nos dirá el filósofo de La República, debe controlar las pasiones para que la vida sea equilibrada y justa. Si los placeres y deseos, que residen en bajo vientre, nos invaden, entonces se producirá un desequilibrio vital que perjudicará a nuestro estado de salud; física, psíquica y social. De ahí que el ser humano debe mantener a raya sus emociones con la razón. Esta racionalización de las emociones no es otra cosa que la famosa Inteligencia Emocional; título de aquel best seller de Daniel Goleman. Hay seres humanos desbocados por el caballo feo y malo que habita en su interior. Son seres incapaces de dirigir con la cabeza a los impulsos del Ello, que dría Freud. De tal manera que terminan esclavos del tabaco, el alcohol y el juego, entre otros vicios. Otras personas, excesivamente viscerales y apasionadas, se dejan llevar por el corazón. Hasta tal punto que se muestran eufóricos ante los demás. Son personas, como diríamos hoy, excesivamente emocionales. Personas extrovertidas, impulsivas y que se dejan llevar por la carga de las situaciones. En los primeros, prevalece el alma apetitiva y en los segundos, el alma pasional. Sendos perfiles han perdido las riendas, en un momento dado, de sus vidas. El carro está fuera de control.

La victoria de la Selección Española de Fútbol Femenino pone en evidencia lo que decía Platón. La euforia del momento hizo que el auriga no controlase el desboque de sus caballos. Rubiales no puso en valor la virtud del alma que predominaba, en ese instante, en su interior. El alma pasional sustituyó al alma racional. Tanto es así que el corazón eclipsó la prudencia de la razón. Una prudencia necesaria para no caer presa de la situación. El gesto obsceno de Rubiales, en el palco, ante la Reina, la cogida – sobre sus hombros – de una jugadora y el pico a Jenni Hermoso; muestran los efectos que produce el desajuste de la armonía interior que diría Platón. Hoy, con las imágenes sobre la mesa, se muestra como la euforia nos hace perder – en ocasiones – la prudencia. Una prudencia necesaria para la vida. El desboque de los caballos viene acompañado de relinches, ruido y polvareda. Una polvareda que niebla las mentes y enciende los corazones. El relinche impide oír el llanto de socorro de un auriga estupefacto por la pérdida de su biga. Rota la armonía tripartita del alma solo queda la reeducación de la misma. Solo queda, queridísimos amigos, que la reflexión permita el ascenso dialéctico del alma hacia el mundo de las Ideas.

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1 COMENTARIO

  1. Juan Antonio Luque

     /  28 agosto, 2023

    Lo único veraz en esta historia del pedante de Rubiales es que ha hecho pasar a segundo plano el campeonato del mundo de las chicas. Con que el gobierno hubiese actuado y haberlo tirado al día siguiente ya no se hablaría más. Pero hay que dar carnaza a la gente y de paso meterse con la ley del si es si.

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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