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El voto promiscuo

En víspera de elecciones locales, mucha gente pregunta a los politólogos. Nos pregunta acerca de los resultados como si tuviéramos una bola de cristal que reflejara el futuro. Nosotros, analizamos la tendencia y leemos entre líneas. Observamos los acontecimientos más relevantes de cada legislatura y sus correlaciones políticas. La soberanía popular decide, en primera instancia, quiénes prefieren como representantes. Hay pueblos y ciudades que sociológicamente son de un partido determinado. En estos casos, los politólogos no tenemos mucha cabida. Y no la tenemos, queridísimos amigos, porque da igual quién se presente. No se activa el influjo del liderazgo sino que existe una cantidad mínima de votantes emocionales que llenan las urnas de mayoría holgadas. En tales feudos electorales lo que manda son los partidos. Partidos nutridos de militantes que generaciones tras generaciones se mantienen afines a sus siglas.

Hay, en la mayoría de los pueblos y ciudades, un sector de votantes que sin ser "racionales" ni "emocionales" cambian el sino de los resultados. Son "votantes promiscuos" que, influidos por lo que dicen las encuestas y sujetos a favores clientelares o promesas electorales, no se casan con nadie. Esos votantes, "desideologizados", deben ser conquistados. A ellos son a quienes se les debe vender el producto. Los otros son "compradores de barras de pan". Compradores de un producto que, con independencia de quien sea el dependiente o dependienta, compran el producto. Los "promiscuos" necesitan argumentos y motivos para que, el día de las urnas y en el cuarto oscuro de las papeletas cojan una del PSOE, del PP o de cualquier otro partido. Se ha dado la circunstancia de pueblos, como el mío, donde Ciudadanos – por ejemplo – obtuvo, en el 2019, dos concejales provenientes de Izquierda Unida y Podemos. Votos que, ideológicamente, se hallan en las antípodas y que, sin embargo, han dado a un partido minoritario la llave de la alcaldía.

Así las cosas, si se sigue la tendencia, cabe que nos preguntemos qué ocurrirá con el comportamiento electoral de los votantes de Ciudadanos. No sabemos, a ciencia cierta, si son promiscuos o, por el contrario, exvotantes del PP que se cambiaron de barco ante la crisis pepera. Si fueran promiscuos, podrían desembarcar en cualquier puerto del espectro. Podrían, incluso, votar a Izquierda Unida o Podemos, por ejemplo. Dadas estas previsiones, los partidos mayoritarios – el Pepé y el partido socialista – deberían conseguir que se activase el voto útil. Para ello es necesario que los partidos locales averigüen cuáles son los puntos débiles del adversario. Si el adversario carece de un buen líder entonces habrá que fomentar el liderazgo en detrimento del aparato. Y viceversa, si el partido es débil y el líder es alguien conocido y con carisma, entonces habrá que apostar por la fortaleza del partido. Así conseguiremos que, llegado el momento, el votante promiscuo opte por "lo bueno conocido" en detrimento de lo "malo por conocer". Si no hacemos nada, si la estrategia política viene determinada desde arriba, entonces el voto promiscuo ganará por goleada.

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1 COMENTARIO

  1. Juan Antonio Luque

     /  12 abril, 2023

    Yo creo que en los pueblos pequeños el voto promiscuo tiene que ver con los candidatos ya que todos se conocen y se vota a la persona, independientemente de la ideología. En las ciudades si que se vota con ideología, aunque los partidos busquen personas que creen que cambiará el voto de los indecisos. Una vez tras otras se ha demostrado que esto no funciona en las ciudades. También existe el votante que vota a un partido diferente según las elecciones.

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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