Tal día como hoy, pero hace un año, el pijama se convirtía en el atuendo de cada día. El confinamiento nos robaba la primavera, las flores y el cambio de hora. Nos robaba los abrazos, los olores a jazmín y los besos en la mejilla. Era el maldito coronavirus, un bicho invisible que azotaba nuestras vidas. Un bicho que activaba, de un plumazo, nuestros miedos a lo desconocido, a la enfermedad y a la muerte. El Covid nos robó la libertad. Y nos la robó por primavera. Nos robó los paseos en la playa, la cerveza en la terraza y el despertador de la mañana. El bicho nos pilló desprevenidos. Nos pilló con las neveras vacías, sin chanclas de estar por casa y sin ropa ligera. El virus nos robó la feromonas. Y con ellas, la Semana Santa, el 1 de mayo y todas las fiestas juntas. Desde los balcones, aplaudimos. Aplaudimos a la salud, a la esperanza y a los sanitarios. Aplaudimos a la vida. A esa vida que teníamos y que el virus nos la robó por primavera.
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