• LIBROS

Entrada anterior
Entrada siguiente

De columnas y monarquías

Ayer, por segundo domingo consecutivo, compré ABC. Mientras viajaba por las calles de Rubido, tropecé con el enfoque: "Los Reyes volcados durante la pandemia". Al pie de las fotografías, leo "El objetivo es la Jefatura del Estado", una columna firmada por Ángel Expósito. "En estos tres últimos meses – escribe Expósito – el Rey ha hecho más por la Corona que durante muchos años juntos". Entre sus hazañas, don Felipe "ha hablado con todos los sectores protagonistas del desastre, se puso la mascarilla en Ifema, se cuadró ante la UME, se vistió el uniforme, madrugó en Mercamadrid y ordenó que la Guardia Real repartiera comida desde el Banco de Alimentos".  De tales hazañas, me llama la atención – por su irrelevancia como hecho noticiable – que el Rey "se pusiera la mascarilla en Ifema" y que "madrugara para asistir a Mercamadrid".

A continuación, el escriba de Rubido destaca que mientras el Rey hacía tales hazañas, "el laboratorio de La Moncloa mascullaba, mentía, engañaba a tirios y troyanos e intentaba gestionar el caos de la pandemia". Una frase que afea al gobierno de Sánchez y lo sitúa, de forma maquiavélica, contra la Monarquía. Acto seguido, Expósito deduce que "el principal objetivo de quien manda en la actual política española es, en efecto, reformar la Constitución. Pero empezando por el artículo 1.3: la forma política del Estado español es la Monarquía Parlamentaria". Y para concluir la columna, Ángel escribe que "Felipe VI ha hecho más por la institución en este tiempo que en muchos años. Aunque el Gobierno se empeñe en ningunearle". Esta columna, queridísimos lectores, hay que enmarcarla dentro de una línea editorial monárquica como es, sin duda alguna, la marca ABC. 

Más allá de esta propaganda monárquica, de argumentos débiles e incluso palabras malsonantes, tales como "el laboratorio de La Moncloa mascullaba, mentía, engañaba a tirios y troyanos", se esconden las grietas de la Corona. Una Corona que en pleno siglo XXI ya no ostenta tanta aprobación social como a finales de los setenta. Y no la ostenta, queridísimos amigos, porque la figura histórica de don Juan Carlos se diluye con el paso de las décadas. Tanto que los nuevos jóvenes nacen sin el afecto que sus padres y abuelos tuvieron hacia su figura. Un afecto, en su mayoría, fundamentado por la relevancia política que don Juan Carlos tuvo durante la Transición Democrática. Lejos de aquella hazaña, hoy existe un debate en la opinión pública española sobre la institución de la Monarquía. Un debate que no podemos obviar y que, tarde o temprano, estallará en forma de manifestaciones y presión social. Presiones que podrían culminar con la reforma del artículo 1.3 de la Constitución. No olvidemos que más allá de las monarquías, España también fue republicana.

Deja un comentario

1 COMENTARIO

  1. Bien planteado …

    Saludos

    Responder

Deja un comentario

  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

  • Categorías

  • Bitakoras
  • Comentarios recientes

  • Archivos

  • Síguenos