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Podemos, el 15-M y la verdad moral

La verdad lógica, en términos filosóficos, es la adecuación entre lo que se dice y la realidad sobre la que se habla. Así, por ejemplo, si sostenemos un libro y decimos: esto es un libro, estaríamos ante este tipo de verdad. Un tipo de verdad que hoy, más que nunca, está en crisis. Una crisis de verdad que se manifiesta, muy de cerca, en los ámbitos de consumo. Otro tipo de verdad es "la verdad moral". Se entiende por esta a la correspondencia entre lo que decimos y lo que pensamos o hacemos. En el primer caso – la correspondencia entre lo que decimos y pensamos – existe una traición a la misma. Una traición que se conoce con el nombre de hipocresía. Decimos, aplicando la espiral del silencio, aquello que piensa la mayoría del rebaño aunque en nuestros intramuros, en ocasiones, pensemos lo contrario. En el segundo caso – la coherencia entre dichos y hechos – se maltrata, y mucho, desde las tribunas de la política. A lo largo de la democracia cualquier partido – unos más que otros – han cometido este desliz a lo largo de su periplo.

El partido de Pablo Iglesias, por ejemplo, a pesar de ser un hito en nuestra historia democrática, ha pecado de muchas contradicciones. La primera, y más grave de todas: la crítica hasta la saciedad del sistema capitalista – los hombres de negro, "la casta" y el establishment de la banca – y su inclusión en el mismo. Entrar en la partidocracia  fue, como dicen en la calle: "comida para hoy y hambre para mañana". Y lo fue porque Podemos pasó de ser "críticos de cine" a protagonistas de la película. Algo nefasto, queridísimos lectores, para hablar con objetividad desde los micrófonos de la Tuerka. La segunda contradicción, y no por ello menos grave, fue la casa de Pablo Iglesias. A pesar de ejercer el derecho a la propiedad, de actuar en libertad y de gastar su dinero de forma libre en los bienes de su elección; muchos ciudadanos no lo entendieron así. Y no lo entendieron porque sus votantes se identifican, en su mayoría, con la forma de vida de quien vivía en el barrio humilde de  Vallecas. Otra mancha moral fueron las supuestas irregularidades en la relación laboral de Echenique y su asistente doméstico. Supuestas irregularidades que contaminaron, de alguna manera, la defensa a ultranza de los derechos del proletariado.

Otra incoherencia ha sido la contradicción entre el pensamiento antimonárquico de Podemos – defensa de un referéndum para la elección de la forma de Estado – y la llamada reciente a la mediación de S.M. en el desaguisado político. Resulta paradójico que se haga crítica de ciertas instituciones – como por ejemplo, la monarquía – y se apele a su función – la intermediación – para la formación de gobierno. Aparte de Podemos, Ciudadanos y ciertos "jarrones chinos" también han sido incoherentes entre sus dichos y hechos . Estas incoherencias políticas o contradicciones morales son la evidencia de la crisis de principios que vivimos. Hoy, el relato político – de Podemos y de la mayoría de partidos – carece de sólidos principios ideológicos. El déficit de verdad moral, en el ámbito de la política, explica la desafección que mucha gente tiene, tenemos, por la política. Y la tenemos porque nos hemos olvidado de pedir cuentas a nuestros responsables políticos. La última vez que lo hicimos fue hace ocho años con el movimiento 15-M. Un movimiento que escenificó el malestar social contra el maltrato político de la verdad moral y que sirvió, paradojas de la vida, de telón de fondo para el relato de Podemos.

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2 COMENTARIOS

  1. Nesi Inés

     /  18 septiembre, 2019

    Desde el respeto que me merecen tus artículos, que leo asiduamente, permíteme que no esté en absoluto de acuerdo contigo en la reflexión. No creo que sean los factores que planteas contradicciones en sí mismas,, aunque es así como nos lo han intentado vender desde los medios de comunicación, ni es el problema real de Podemos. El gran problema reside en que exexiste en este pais un gran entramado de concentración seudomafiosa de poder en el que participan os poderes económicos, políticos, judiciales y medios de comunicación que han heredado el poder y las formas del régimen franquista y que no están dispuestos a permitir que nadie interfiera en sus corruptos propósitos. Esa es la línea, que a mi entender, hay que explorar e investigar. Porque este pais a día de hoy no ha sufrido una transición real, le pese a quien le pese.

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  2. Un partido que defiende el capitalismo se denomina «socialista». Si se defiende el capitalismo, se es CAPITALISTA. El capitalismo, para sustentarse, se basa en la injusticia, la manipulación o mentira de la sociedad. Ergo…
    Pero mejor, hablemos de Podemos. Y, si se tercia, de Venezuela.
    As Rosev.

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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