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España sufre, España calla

Cada tres o cuatro meses suelo hacer, valga la expresión, ayuno intelectual. Esta semana, sin ir más lejos, he desconectado del ruido mediático; me he olvidado por un instante de Puigdemont, de las elecciones catalanas, de Rajoy y de la oligarquía que nos gobierna. Mientras tanto, he husmeado en las vitrinas del 2011; un año recordado por la Primavera Árabe y el Movimiento 15-M. Y, un año, como saben, que marcó un antes y un después en la conciencia cívica de este país. Hoy, siete años después de plazas vacías, me pregunto dónde están los indignados. Me lo pregunto, queridísimos lectores, porque no encuentro razones para explicar el conformismo social que recorre el perímetro de este país. Aunque la tasa de paro halla disminuido, aunque el punto de la crisis no sea el mismo que en los tiempos de Zapatero, lo cierto y verdad es que no estamos para celebrar alegrías; ni para cruzarnos de brazos.

España sufre. Y sufre, queridísimos lectores, porque cincuenta de cada cien jóvenes engrosan las listas del paro, porque la temporalidad en el empleo impide que se active el consumo pesado (de viviendas y automóviles) y, porque la cuestión catalana está no es algo que se soluciona de la noche a la mañana. España sufre. Y sufre mucho, porque cada vez los JAP – jóvenes, aunque sobradamente preparados – emigran a otros lugares en búsqueda de alimento; porque los mayores tienen pensiones que rozan el umbral de la pobreza, y porque miembros de un millón de hogares no cobra ni un duro al final del mes. España sufre, porque las colas de la sanidad pública se acercan a los tiempos olvidados, porque miles de estudiantes quieren y no pueden estudiar y, porque no llueve desde hace más de un año. España sufre porque Europa aprieta las tuercas, porque la corrupción es el pan de cada día y, porque la violencia de género infecta los noticiarios.

España sufre, España calla. Calla porque sus sindicatos no convocan una huelga general desde hace varios años, porque los medios acaparan casi todas sus páginas con el tema de Catalunya y, porque la crisis económica fue un relato que utilizaron algunos para conquistar los escaños. España calla porque el cansancio ciudadano ha dicho basta a una lucha sin sentido, porque el precariado se ha convertido en conformismo, y el conformismo en hastío. España calla porque las plazas ya no vibran como hace varios años, porque la corrupción ya no es noticia en las portadas de la mañana y, porque los elegidos haces oídos sordos a las pancartas y panderetas. España calla porque ha perdido la ilusión por la política, porque los políticos ya no son percibidos como en los tiempos del Suarismo y, porque el populismo ha perdido su encanto desde que fracasó el sorpasso de Podemos. España sufre, España calla. Sufre porque los elegidos dan palos de ciego. Calla porque indignarse no sirvió de nada.

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1 COMENTARIO

  1. Ciertamente interesante …
    Saludos
    Mark de Zabaleta

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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