El otro día, Beatriz Talegón difundió a través de su página de Facebook un post que había escrito en OK Diario. Ok Diario como saben es el periódico de Eduardo Inda, antiguo empleado de El Mundo y colaborador habitual de la Sexta Noche. Decía Beatriz en la red social que lo "importante no es donde escribes sino lo que escribes". Tras leer esa frase me vino a la mente la obra de Ernesto Laclau y – su mujer – Chantal Mouffe. Según ellos – postmodernistas y abanderados de la teoría del discurso -, las palabras, acciones e instituciones se entienden en relación con el contexto general del que forman parte. Así las cosas, y valga el ejemplo, una cruz en medio de un papel puede ser sinónimo de algo religioso, político o, simplemente, el garabato de un niño en el patio de colegio. El contexto, por tanto, es imprescindible para comprender la historiografía de la vieja Roma o, por qué no, los mitos de la antigua Grecia.
Tras leer aquel post decidí comprar ABC. Necesitaba, la verdad sea dicha, una inyección de veneno para calmar la angustia que recorría los túneles de mis intestinos. Angustia, como les digo, por querer ser libre en un sistema de celdas y barrotes. Y angustia por no entender por qué en pleno siglo XXI, la escritura en los pergaminos de un periódico no puede ser un instrumento fuera de contexto. Si estamos en democracia, si se supone que somos libres; por qué cada día se despiden a periodistas por salirse del guión establecido. Por qué seguimos con una prensa ideologizada, aburrida y predecible. Me decía Jacinto – un tipo adicto a las putas y a las máquinas tragaperras – que España es un país de bares, de bromas y Jaimitos. Un país de parlanchines donde todos hablan y defienden causas justas en lugares equivocados. Vivimos – cuánta razón tenía aquel tipo – atornillados a la queja, sin darnos cuenta que la envidia es el mal que nos infecta desde los tiempos de Quevedo.
El motor de mi coche – le decía el otro día a Peter – ya no suena igual que hace quince años. El envejecimiento no discrimina entre cosas y personas. Todo, como diría Bertalanffy en su teoría de los sistemas, tiende al desgaste y al fallecimiento. A lo largo de la historia – y sino que se lo pregunten a los alemanes – algunas democracias se ha convertido en dictaduras. Son las aguas, que diría Heráclito, las que mueven el sino de los fenómenos. El contexto cambia; cambia aunque nuestros antepasados permanezcan inmóviles bajo cruces de bambú. En tiempos de Franco existía la censura. Una censura formalizada que metía la tijera a toda expresión cultura que atentará contra los valores del régimen. En la mayoría de las democracias existe la censura; una censura invisible e informal que entorpece las libertades bajo el sesgo del contexto. Hay censura en los medios de comunicación, empresas, partidos políticos, Iglesia y en todos aquellos entornos donde la crítica provoque una reflexión en el orden establecido.
dezabaleta
/ 15 noviembre, 2017Interesante …
El Decano
/ 15 noviembre, 2017Ya lo apuntaba Ben Gurion en abril de 1965:
“What is a newspaper anyway? Somebody with money establishes a business, hires servants and they write whatever he tells them to write.”