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Sustituir a Sánchez

Si yo fuera Pedro Sánchez; haría lo mismo que hizo Almunia en los tiempos felipistas, dimitiría. Dimitiría, como les digo, porque ante un océano lleno de tempestades; lo más inteligente es echar el ancla que navegar contracorriente. A día de hoy, el líder socialista atesora más derrotas que éxitos en las vitrinas de su partido. Pedro ha fracasado dos veces en el debate de investidura y, para postre, no ha conseguido levantar el listón que le dejó Rubalcaba. Aún así, el delfín socialdemócrata continúa erre que erre navegando en la dirección equivocada. Continúa, como les digo, sin darse cuenta que detrás de tanto ruido – de tantos sondeos para llegar a un acuerdo de gobierno – se esconden pocas nueces.

Desde que fracasó su investidura, Pedro ha buscado a la desesperada un roto para un descosido. Tanto es así que ha vuelto a probar la manzana venenosa. Ha vuelto, como les digo, a flirtear con Podemos; los mismos que le prometieron la luna a cambio de un cetro de hojalata. Y, los mismos que sacaron las vergüenzas de González en la tribuna del hemiciclo. Aparte de todo ello, Sánchez ha caído en la trampa de Rivera. Ha pactado con Ciudadanos, con los mismos que acusó de ser la marca blanca del Partido Popular. Y para colofón, de los grandes, Pedro ha buscado fuera – en Grecia y Portugal – la solución a su problema. Un gesto que ha puesto de relieve internacional, la debilidad de su figura. Un gesto que subraya la desesperación de un señor, que busca a toda costa un renglón en los párrafos de la historia.

Así las cosas, Sánchez – la promesa socialista – se convierte en un callejón sin salida en medio del laberinto. Sus torpezas políticas le atan de pies y manos tanto a izquierda como a derecha. Por un lado, el pacto con Ciudadanos no le ha servido para cerrar un acuerdo de brisas valencianas. Por otro, Rajoy se lo ha puesto muy crudo para construir una gran coalición a la alemana con corona socialista. Llegados a este punto, Pedro se ha convertido en parte del problema. Él es corresponsable de los resultados de su equipo. Y, él – solamente él – debería consultar con la almohada: si continúa cosechando derrotas para su partido o pasar el testigo a otros entrenadores con mayores expectativas.

La búsqueda de un nuevo entrenador para el partido socialista, sería la opción menos mala de cara a los próximos comicios. Es necesario un nuevo líder que devuelva al PSOE el clamor felipista y los aciertos de Zapatero. Un nuevo líder que tenga carisma para llenar la plaza de Valencia de rosas y energía. Un líder que traiga manzanas nuevas al mercado. Manzanas distintas a las que venden los otros. Manzanas impolutas; sin picaduras de mosquitos ni magulladuras en sus cortezas. Ese nuevo líder, que el PSOE tanto necesita, debería contar en su haber con triunfos electorales y, por tanto, experiencia de gobierno. Susana Díaz cumple con los requisitos establecidos para afrontar la faena. Ganó por goleada a Podemos en las elecciones andaluzas; dejó en la cuneta al candidato de la derecha y, para postre, gobierna en su tierra gracias a Ciudadanos.

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2 COMENTARIOS

  1. Complicada situación para un «equipo» al borde del descenso…

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  2. Juan García

     /  12 abril, 2016

    Dudo mucho que Susana Díaz cumpla «con los requisitos establecidos para afrontar la faena». Los socialistas de verdad ya no creen en un PSOE salpicado por la corrupción, un partido que defiende la monarquía, las políticas económicas de Bruselas, una ley electoral a todas luces injusta, etc., etc.

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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