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La ceguera

La ignorancia de los hombres ha servido al pensamiento de arriba, para manejar al rebaño por el túnel de la mentira. A través de la ceguera, el tuerto se convierte en los ojos del creyente, a su paso por la vida. Es precisamente, este abismo entre los tontos y los listos, el que mueve los hilos del saber tergiversado. Durante los tiempos de Aquino, las sotanas ostentaban el cetro del ideario colectivo. A través de sus sermones, los analfabetos del medievo, miraban hacia "el más allá" para justificar sus destinos. La personificación del conocimiento, desde las tribunas de la eucaristía, escenificaba el argumento de autoridad en una sociedad, orquestada por los dogmas. Las verdades de Umberto en: "El Nombre de la Rosa", sientan las bases de la Crítica para entender, a través de sus metáforas, el diálogo presente entre: los sacerdotes de la banca y sus ciegos feligreses. La incoherencia de los mártires – en palabras de Unamuno -, ha servido a las negras del rebaño para ir por libres, en la búsqueda de las luces.

Las posiciones desiguales, sobre las tablas de Goffman, alimentan la duda entre: las palabras del médico y el dolor de su paciente. Las diferencias entre el léxico de las batas blancas y, las manos ásperas del analfabetismo mundano, nos remiten a las fricciones chirriantes entre: el poder de los claros y las creencias de los oscuros. El acierto del mecánico en el arreglo de sus coches, le sirve al taller de Alejandro, para mantener el poder del conocimiento ante los clientes de su barrio. Es precisamente, este tándem entre: "ignorancia" y "confianza"; el que utilizó Adolf para engañar a su rebaño.  Las mayores estafas – desde Madoff hasta Ponzi – han transcurrido, gracias a la miopía de algunos, por no distinguir a tiempo: los duros de las pesetas. Es el baile entre "el gato y la libre", el que ha envenenado durante siglos, el queso de los ratones.

La historia de la pillería – decía el autor de Julieta –  está escrita por las plumas del escriba y la confianza de la ceguera. Si observamos el lubricante que nutre los motores de la estafa; nos damos cuenta, que se reproduce el simbolismo gráfico entre el mecánico y su cliente. El "analfabetismo económico" ha servido al "argumento de autoridad", para encauzar la energía por las sendas de la trampa. Las manos ásperas de la "Universidad de la Vida", han motivado a los cuellos blancos del capital para vestir de palabrería y zalamería, los precipicios de la ruina. Decía mi tío, en la tertulia del mediodía que: "al director de su banco, solo le faltó pedirle de rodillas, el depósito de su dinero, en el saco roto de las preferentes".

Es la ecuación perfecta: "ignorancia más confianza igual a engaño", la que indigna a miles de peces atrapados en el plomo de sus anzuelos. La ceguera – a la que tanto aludió Saramago – ha servido a los despiertos para que el invidente tropiece dos veces, con las piedras del camino. Hoy la irreversibilidad de las heridas, solo invita al llanto del confiado a llorar como niños, el engaño de los otros. El contrato viciado por la firma de la confianza, desgraciadamente, no sirve con las leyes sobre el tapete, para borrar de un plumazo los párrafos que arropan las palabras "preferentes". Desde la Crítica, clamamos a la moral colectiva para que, el intérprete de sus penas equilibre, de una vez por todas, la balanza nefasta entre: los "tontos y los listos". Incrédulo.

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2 COMENTARIOS

  1. jserrac

     /  1 enero, 2013

    Ceguera hay y mucha. No hay que tener una vista lúcida para detectar que nos gobierna la clásica derecha pero con niveles brutales de corrupción merced a que no han permanecido ajenos a las pérdidas de valores generalizados que trazan la decadencia de nuestra sociedad en un contexto globalizado. Tampoco es necesario tener vista de águila para detectar que la llamada izquierda ha contribuido decisivamente a mantener un sistema corrupto desdeñando la misión social que las urnas le habían encomendado. Por sus resultados les hemos conocido hasta el punto de que la rancia derecha han sido menos nocivos con los intereses del trabajador.

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  2. Es un artículo objetivo, oportuno y excelentemente planteado, Abel, felicitaciones. También merece reconocimiento la forma concisa e innegable del comentario dejado por JSerrac, que describe puntualmente la extrema situación de corrupción, atraso y costosa ineficiencia a la que el «socialismo del siglo XXI» ha llevado a mi país en la última década, procurándole un atraso dificil de superar y propiciado una ideología destructora y un facilismo en la mitad de sus habitantes que los ha conducido a pérdidas irremediables de autoestima y a espirales de violencia e inseguridad contra el resto de la población. Lástima que este tipo de aportes tan valiosos jamás sean leídos por aquellos que los justifican debido a sus desmanes, codicia y mediocridad.

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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