Después de un embarazo con don Mariano en la Moncloa -comentaba Manolo, mientras esperaba su turno en la barbería de Rodrigo – los mileuristas y pensionistas de Rajoy se han dado con un canto en los dientes al ver cómo su nuevo Presidente les ha dado la espalda a sus intereses de clase. En esta España decadente de Draghis y Gordillos – continuaba el cliente de Rodrigo – solamente ganan dinero los golfos y los pillos. Si eres honrado y currante, mal lo tienes para ganar el medio kilo redondo que todos los meses caen en los bolsillos de algunos. La herencia de Zapatero – contestó Alejandro a las palabras de Manolo – es la causante de la política austera llevada a cabo por Rajoy. Si los "sociatas" hubieran hecho los deberes, en lugar de tanta "alianza de civilizaciones" y "memorias históricas", quizás otro gallo hubiera cantado en los foros europeos -replicó Alejandro-. Son precisamente estos diálogos extraídos de la sabiduría popular, los que invitan al politólogo de hoy a analizar con disimulo los discursos de la calle. El descontento civil con los desaguisados del poder, siembra de desconfianza los cultivos de la duda.
El fin de las ideologías – como así se le conoce en los paraninfos de Madrid, a la alienación presente de las élites con Europa – obliga a los teóricos del poder a idear nuevas fórmulas para romper, de una vez por todas, las lanzas que se cruzan en los campos de batalla. Mientras no lo hagamos -decía el viejo profesor, de los tiempos de Suárez – nuestros nietos discutirán como "Manolos y Alejandros" a las puertas de una barbería. Los hombres de Gobierno – tal y como planteamos en su día, en las líneas de la Crítica – deben ceder el paso a los hombres de Estado. Sin ideologías los partidos pierden su sentido. El interés general, por encima del clientelismo mediático y partidista del momento, es el que debe marcar la senda en la nueva era democrática.
El liberalismo – decían los ecologistas franceses – es la savia que recorre los matorrales del capital. Las malas hierbas, dicen las manos ásperas del labrador, nunca mueren en los cultivos de la desigualdad. El productivismo insostenible de los últimos cien años ha sacado los colores al globalismo actual. Los problemas de implosión demográfica se entremezclan de forma antinatura con los derivados de la explosión. Las fórmulas mixtas de la economía de mercado están siendo sustituidas por la "supervivencia del más apto" anunciada por Spencer. La miopía liberal ante las verdades de la pobreza impide al gobernante tomar las decisiones oportunas para garantizar el bienestar general. Ante esta crisis sistémica del conocimiento presente, el pesimismo civil recorre los desiertos que distan entre las rótulos del centro y los estercoleros de la periferia.
Las imágenes de Hormigos en el programa de Ana Rosa interrumpen, por un momento, el debate acalorado en la barbería de Rodrigo. Mientras Manolo defiende a bombo y platillo el derecho a la intimidad de Olvido. Alejandro se suma a los abucheos lanzados desde las plazas de Los Yébenes. La "marea verde" recorre las calles de la peluquería. Desde el espejo, detrás de la espuma blanca que inunda la papada de Alejandro, las palabras "¡Mucha mala leche!" cubren la pancarta de un profesor indignado, desterrado de su primer día de colegio.
Mark de Zabaleta
/ 4 octubre, 2012Un artículo muy bien hilvanado…
Mark de Zabaleta