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La sombra de los barrotes

La luz intermitente de aquella farola proyectaba la silueta de los barrotes en la celda de sus ilusiones. Aquel hombre con "cara de patata" ocultaba desde la tinta de su pluma el estigma de su ideología. Los azotes de madrugada en las frías noches de enero dibujaban en su espalda los trazos rectos de la dictadura. El silencio de las miradas  en aquella cárcel de Alicante de los años de la posguerra, nos invita a los demócratas a escuchar el testimonio vivo de los compañeros octogenarios de la jaula  del poeta. Son precisamente esos gritos arrugados de la historiografía los que nos llenan de empatía para sentir el aliento de miles de familias que, angustiadas por el dolor del fraquismo siguen perdidas en el laberinto de su pasado.

La deuda de los pueblos con las atrocidades de su legado debe servir al ideario colectivo para construir la solidaridad intergeneracional con los mimbres apagados de nuestros mayores. La Ley de Memoria Histórica, que probablemente será  el siguiente bastión progresista en caer ante la contrarreforma acelerada de Mariano, ha sido el instrumento necesario para que la igualdad intrahistórica entre los unos, los ganadores, y los otros, los perdedores, sea distinguida de las fosas del anonimato. Las víctimas del franquismo. Aquéllas que en su día perdieron a seres queridos por la toxicidad de la intolerancia y la venganza del caudillo, tiene derecho a una explicación  inteligible de aquellos crímenes políticos o humanitarios que hoy se discuten en el Supremo.

La supuesta prevaricación de Baltasar Garzón, por buscar el sentido existencial a miles de víctimas que viven ancladas en el desconcierto de su ayer,  ha abierto el debate  sobre los límites del concepto universal de justicia. Probablemente el juez que ha estado durante una semana sentado en el banquillo de los acusados por querer cerrar las heridas de su pasado sea inhabilitado durante veinte años, por intentar poner nombre y apellidos a los huesos del olvido. Hoy, como ya denunciamos en el puzle, somos la vergüenza en las portadas del discurso internacional. Somos, en palabras de la línea editorialista de la izquierda, la  nación que se jacta de esclarecer la verdad con los pasados de ultramar pero, sin embargo somos el país que admite a  trámite demandas provenientes de grupos ultraliberales cuyo móvil latente ha sido poner una zancadilla a la rendición de cuentas con nuestro pasado.

Con el juicio visto para sentencia, la democracia deja dibujada en la celda oscura de la indignación ciudadana la luz en la prisión del juez juzgado. Los mismos hierros oxidados que en la España en blanco y negro mantenían encerradas las palabras del poeta son las esperanzas presentes de los afectados. Las mismas paredes de aquella celda de Alicante,  que inspiraron las nanas de la cebolla para doña Josefina,  son los miedos y temores que han acompañado a las miles de víctimas del franquismo en el silencio de sus hogares. Todos los años los versos de aquel rojo republicano se recitan desde su casa de Orihuela,  mientras su condena política sigue oculta entre la sombra de los barrotes.

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5 COMENTARIOS

  1. Menos mal que el alhzeimer no es contagioso.

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  2. Un buen artículo…aunque sabes que discrepo en algunas apreciaciones !

    Un cordial saludo

    Mark de Zabaleta

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  3. Julián Serrano

     /  2 abril, 2013

    La ley de memoria histórica fue una puñalada trapera a una amnistía que trajo la democracia. Fue cambiar las reglas del juego ya empezado. Por tanto nunca pretendió cerrar heridas sino abrirlas. El estado democrático fue fruto de un pacto y cuando no se cumple se paga. Es lamentable por parte de muchos que quedaron en el camino pero no se debe abrir la caja de Pandora si esa fue una de las condiciones para devolver la libertad.

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  4. Javier

     /  2 abril, 2013

    ¿Condiciones para devolver la libertad? ¿Abrir heridas? ¿Puñalada trapera? El genocidio no se puede amnistiar en un estado de derecho y por supuesto no prescribe. ¿Dime una cosa, yo porqué tengo que mirar para otro lado? ¿Debo servilismo a los franquistas que se salieron de rositas y debo dar gracias a DIOS para que no me cierren la boca de un tiro en el pecho y me dejen tirado en una cuneta? En este país los últimos asesinatos de estado (los oficiales!!!) están fechados en septiembre de 1975. Y los firmaba un demócrata de toda la vida fundador del PP que ha tenido un sin fin de cargos durante esta transición que ya empieza a cansar. Ese mismo año ETA asesinaba y sus víctimas son consideradas víctimas del terrorismo. (Todos mis respetos hacia los muertos ya sea a manos de un grupo terrorista o de un estado terrorista amparado por la más democrática de las amnistías). De aquí se puede sacar un sin fin de conclusiones: ¿Valen más unos muertos que otros? ¿Los asesinatos de mis familiares deben ser silenciados para que la democracia florezca? ¿Qué gilipollez es esta?

    El asesinato, el miedo, la rabia, la impotencia, la vulnerabilidad, las ausencias… han marcado a fuego el destino de media España literalmente. Una masa creciente y más numerosa que nunca EXIGE QUE SE CUMPLA CON LAS OBLIGACIONES MÍNIMAS DE CUALQUIER ESTADO DE DERECHO como es el llevar ante la justicia todas las cuestiones de LESA HUMANIDAD que sorprendentemente existen todavía hoy en nuestro país.

    Sin justicia no puede haber paz ni democracia.

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  5. Julián Serrano

     /  8 abril, 2013

    Revanchas o..sólo eso revanchas o. Amigo….cosas de la guerra que siempre la escriben los vencedores…si te perdonan la vida , agacha la cabeza.

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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