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La sociedad emocional

En el siglo XIX, Friedrich Nietzsche criticó la razón como instrumento de progreso. A través de su método genealógico, deconstruyó la filosofía y destapó la trampa que nos ubicaba en el nihilismo. Según él, el origen del "amor a la sabiduría" no radicaba en el paso del mito al logos. La búsqueda de verdades absolutas, en ultramundos, no era otra cosa que la excusa de los hombres para no enfrentarse a la cruda realidad. Y la cruda realidad no era otra que el mundo del devenir. Un mundo donde todo cambia y perece en un entorno retorno. La auténtica verdad, que no tiene ni trampa ni cartón, no es otra que saber que envejecemos, enfermamos y morimos. Esta verdad nos genera temor y angustia existencial. Una angustia que no la tienen el resto de animales. Ni la gallina, ni el perro saben que algún día morirán. Ellos tienen biología, cierto, pero les falta la biografía o experiencia vital para ser como nosotros. Ante ese miedo, nos dirá el autor de "El crepúsculo de los ídolos", los humanos han creado las religiones. Religiones que ponen el ojo en la eternidad en detrimento de lo sensorial.

Artículo completo en Levante-EMV

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5 COMENTARIOS

  1. A mi juicio, más racional que emocional, un excelente análisis. Envidia (emocional) y gratitud ( hasta cierto punto, razonable).

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  2. Rosa

     /  27 mayo, 2023

    Realmente brillante, Que pena que se consuma más Tiktok y su vulgaridad que post como este que invitan a la reflexión.

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  3. Juan R.

     /  27 mayo, 2023

    Si, brillante e induce a la reflexión.

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  4. Felipe

     /  27 mayo, 2023

    Un buen análisis de las conversiones humanas del discurso existencial amparándose por la falsedad,que supone ,la creación de religiones .
    No cabe la menor duda,para mí,que lo ideal es el método de análisis de la realidad que nos permite el materialismo histórico.
    No soy filósofo, pero interpreto la realidad de los hechos concretos,en el contexto concreto.
    Gracias

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  5. isabella

     /  29 mayo, 2023

    Percibo un límite decimonónico, especista, en relación a la inquietud del homo sapiens de cara a nuestro destino último: hay estudios progresistas, de etología animal y humana que nos indican cómo no somos la única especie que conceptualiza la muerte. La cultura, la moral, la racionalidad, el uso de instrumentos no son exclusivas del ser humano. Parece que no somos una especie a parte, como siempre nos han contado. Somos uno entre los muchos animales. Esclarecedor, al respecto, entre muchos textos sobre estudios post-humanos, Susana Monsó, La zarigüeya de Schrödinger – come viven y entienden la muerte los animales, Plaza y Valdés Editores.

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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