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El efecto Shakira

Aunque no suelo escribir en caliente, reconozco que grandes obras se han escrito en momentos de tristeza. Decía Schopenhauer – el "filósofo pesimista" – que la vida es trágica y que el arte sirve de refugio y anestesia contra las heridas de la morada. A lo largo de la historia, las emociones negativas han sido el motor de la literatura. Así las cosas, Quevedo, sin ir más lejos, se reía de la nariz de Góngora y este, a su vez, de los "pies zambos" de aquel. Cervantes también lanzó dardos envenenados contra Lope de Vega. Al final, tal y como cantaba Rafa Sánchez en aquella mítica canción de los noventa, "fueron los celos". Fueron los celos, y vaya si fueron, los mismos que ilustraron los temas de Alaska, John Lennon y Queen, por ejemplo. Y más allá de los celos, el despecho – ante la traición del amado o amada – ha sido el caldo de cultivo para cientos de películas. Películas como "American Beauty",  "Una proposición indecente" e "Infiel"; han llevado, a la pantalla grande, el dolor que suponen "los cuernos" en la jungla de los egos. Un dolor, como les digo, que mueve grandes cantidades de dinero en la industria de la cultura.

Artículo completo en Levante-EMV

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2 COMENTARIOS

  1. Juan Antonio Luque

     /  14 enero, 2023

    Mi duda es: ¿todo vale para hacer caja?
    Quizás existan otras formas menos interesadas para dar a conocer el drama de toda mujer.

    Responder
  2. María del Carmen Pérez García

     /  15 enero, 2023

    No me acaba de convencer lo de exponer los sentimientos a todo el mundo,son algo privado. No es necesario para reenfocar el dolor caer en la venganza,no hace crecer humanamente.

    Responder

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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