Todos los días, después de cenar, aprovecho para sacar la basura y pasear a Diana. Un ritual, como les digo, que se ha convertido en un momento sagrado. Tanto es así que si no lo hago, la perrita llora, patalea e insiste hasta la saciedad. En uno de esos paseos, conocí a Manolo; un octogenario de las tripas de mi pueblo. Desde que lo conozco, él espera con Robin – su perro – hasta que yo bajo con el mío. Durante el paseo, solemos hablar de actualidad. Un día, me dijo: "si alguna vez, discutes acaloradamente con alguien. Si discutes sobre un tema político y el otro se aferra a sus ideas; no le sigas el juego". Según él, la intransigencia es un mal que contamina nuestro tiempo. Tanto que, en pleno siglo XXI, amistades de toda la vida se han roto por discrepancias ideológicas. Luego, para evitar males mayores, en ocasiones es mejor callar que nadar contra la corriente.
Ayer, mientras tomaba café en El Capri, me acordé de Manolo. Tras un diálogo "pacífico", terminé discutiendo con un señor sobre Cataluña, Franco y la parálisis del Ejecutivo. En un momento de la discusión, me dijo que el próximo diez de noviembre votará a Vox. Votará a Santiago Abascal porque, según él, la Ley sobre Violencia de Género – del "amigo Zapatero" – es una vergüenza por su clara asimetría. Tanto que "la mayoría de mujeres – me decía – cursan denuncias falsas para cobrar pagas indebidas y adueñarse de las viviendas de sus parejas". Así las cosas, este señor no estaba de acuerdo con dicha ley porque tilda a los hombres de asesinos y a "las mujeres de santas". Los hombres – afirmaba – matan igual o más que las mujeres. Le dije que no estaba de acuerdo; que las estadísticas – el histórico de noticias y los datos oficiales – no ilustraban sus palabras. Y le dije que no todas las mujeres burlan la ley de la violencia. Que al menos tenemos una ley y que dicha ley fue gracias al gobierno de Rodríguez Zapatero. Unas palabras, las mías, que incendiaron su razón y distanciaron nuestras posturas.
Seguir con la discusión – cuánta razón tenía Manolo – sirvió – al señor de Capri – para arrojar todo su arsenal de retórica barata contra los míos; los "sociópatas", los "rojos" y "comunistas". Me dijo que ZP fue muy tóxico para España. Nos llevó a la ruina. Se cargó "los logros de José María Aznar" y dejó una Hispania en bancarrota. La mayoría absoluta de Rajoy – le intenté explicar – solo sirvió para desmantelar el Estado del Bienestar, fomentar el darwinismo educativo y restringir la libertad de expresión. Tres efectos derivados de su Reforma Laboral, la Lomce y la Ley Mordaza, entre otras. La crisis económica – replicó – fue culpa de Zapatero. Fue su tardanza, en reconocer los nubarrones, quien dejó a España a punto del rescate. Acto seguido arremetió contra Sánchez, "Zapatero II". Tras escuchar sus palabras, volví a casa. Estaba cansado, necesitaba, la verdad sea dicha, un momento de sosiego. Encendí la "caja tonta", puse Canal de Historia y visioné un documental sobre las Gradas de San Felipe.
Adela
/ 30 octubre, 2019Qué mal sabor ¿verdad? O en este país no sabemos Debatir o somos muy burric@s.
Yo creo que piensan así y se arriman a quien baila ese agua, pero mecachis, yo he cambiado de voto no sé cuántas veces!
Fco Javier Sanchez Duran
/ 9 enero, 2020Yo, en un caso como este, suelo perder los papeles, me enervo y no sé callarme. Bueno, en realidad, no estoy dispuesto a callarme. He probado diversas pedagogías: bajar la voz y aguzar el razonamiento hasta límites que yo mismo me sorprenfo. Nada. Al final si el o ellos gritan, yo termino gritando también o mandándolos al carajo