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De Cataluña y elecciones

El otro día, un lector del blog – profesor en un instituto de Barcelona – me comentaba que no aguantaba, ni un minuto más, en las aulas de Cataluña. Y no aguataba más porque, según él, ya no existía una línea que separara el fondo de la figura. No existía una frontera entre razón y tolerancia. Las aulas, y los claustros, reproducían el malestar de la calle. Un malestar en forma de bandos enfrentados. De defensores de la independencia, por un lado, y detractores de la misma, por otro. El fallo de la sentencia "del procés", en palabras del politólogo, ha sido el detonante del brote separatista. Un brote que, más allá de las manifestaciones y el grito callejero, sirve de pretexto para la construcción de los relatos partidistas. Unos relatos que enfrentan a quienes defienden la aplicación de la ley – en este caso el artículo 155 – y quienes admiten el diálogo, como complemento de la ley, para la solución al conflicto. Relatos que contaminan el espectro político. Y lo contaminan porque encasillan a la izquierda con el lado separatista – "los violentos" – y a las derechas con el lado nacional – "los pacíficos" -.

A pocas semanas de las elecciones generales, la "tecla" del diálogo, por parte del PSOE, no encaja – en estos momentos – en el tablero. Y no encaja, queridísimos lectores, porque la escena de Barcelona – una escena dantesca y surrealista – no invita a hablar con Torra y su séquito separatista. Y no invita porque el diálogo y la violencia no deben ir cogidos de la mano. Solo con la paz como telón de fondo justificaría una conversación entre los de abajo – Madrid – y los de arriba – Barcelona -. La figura del relator – anunciada, en su día, por Pedro Sánchez – no era tan mala como parecía. La aplicación de la ley y nada más que la ley no cura el resfriado. Y no lo cura, y valga la metáfora, porque detrás de la enfermedad se ocultan miedos y temores. Miedo a que pueda derivar en neumonía. Y temor a que, por complicaciones inesperadas, desemboque en la agonía. Por ello, ley y diálogo es el camino para que Cataluña encaje en el puzzle de la discordia.

Así las cosas, Sánchez se halla en la encrucijada. Por un lado debería, a toda costa, buscar un relator que trace puentes entre separatistas y unionistas. Un relator que apague la llama y devuelva la paz a la sociedad catalana. Por otro lado, Pedro debería explicar que la ley, y nada más que la ley – tal y como defienden las derechas – alivia pero no soluciona el conflicto catalanista. Esta apuesta por la ley y el diálogo supone un riesgo para Pedro. Un riesgo en forma de pérdida de escaños el día de las urnas. Una pérdida como castigo a su intención de entendimiento con "los violentos", con quienes quieren "romper España" y con "quienes no respetan las reglas de juego". Esta ecuación "Pedro igual a malo", "Sánchez igual a desastre nacional" recuerda a aquella vieja fórmula de "la culpa fue de ZP". Si ello sucede, si en la gente cala este relato, el sueño de Pedro será destronado. Estaríamos ante un posible sorpasso de las a las izquierdas. Un sorpasso que otorgaría el poder a Vox, PP y Ciudadanos salvo que Sánchez bailara con alguna de las feas.

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1 COMENTARIO

  1. Antonio Srs

     /  30 octubre, 2019

    Xavi Domènech: “Igual el problema no es ‘Con Rivera, no’, sino que ‘Con Sánchez, tampoco’”
    https://www.cuartopoder.es/espana/2019/10/20/xavi-domenech-igual-con-rivera-no-con-sanchez-tampoco/

    Antonio San Román

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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