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Crítica a Platón

Aparte de escribir en los pergaminos de este blog, me gano el pan como profesor de filosofía. Aristóteles, Descartes o Kant, por ejemplo, forman parte de mi vida. Tales autores son clásicos del pensamiento que, a pesar de los siglos, siguen vivos entre nosotros. Hoy, tras explicar, la idea de belleza de Aristocles – más conocido como Platón -, me ha venido a la mente una conversación que mantuve con Ernesto, catedrático de filosofía y, seguidor del Rincón. Según él, las ideas platónicas han resistido los ataques de la crítica. Más allá de los martillazos de Nietzsche, el platonismo – decía este lector – vive reencarnado en la religión católica. El mundo terrenal – como diría Agustín de Hipona –  está hecho a imagen y semejanza de Dios. Dicha "semenjanza" coincide, en parte, con el dualismo ontológico que defendió Platón. En parte, como les digo, porque para Platón el mundo sensible, más que una "semejanza del mundo divino", sería una "copia imperfecta" del inteligible, del ideal.

El pensamiento de Platón, repliqué a mi lector, no ha pasado la "prueba del algodón". Y no la ha pasado, queridísimos amigos, porque las mayores atrocidades de la historia europea reciente se han cometido por la búsqueda de la perfección. Esa perfección, que según Aristocles, estaba situada en el mundo de las ideas ha corrompido, en muchas ocasiones, la pureza de la razón. Así las cosas, en el siglo XX, miles de judíos fueron asesinados por no ajustarse al mimbre de una idea, la idea hitleriana de lo humano. Más allá de este uso torpe de la razón, las ideas de Platón no han pasado la prueba de lo absoluto. Aunque Platón "odiara" a los sofistas por su condición de relativistas, sus ideas tampoco han sido tan necesarias y universales como él las defendía. Así las cosas, el canon de belleza, por ejemplo, no es el mismo ahora que en la Edad Media. Luego existe un factor de temporalidad dentro de lo supuestamente perfecto.

La persecución de las ideas ha desembocado en utopías. Utopías como, por ejemplo, La República de Platón, el anarquismo y el fin de las ideologías, defendido por Fukuyama. El canon de belleza actual, invita a la irracionalidad. Una irracionalidad entendida, en términos orteguianos, como algo perjudicial para el cuerpo, para la vida. El modelo de mujer que desfila por las pasarelas – mujeres excesivamente delgadas – supone, en ocasiones, conductas alimenticias que acarrean problemas de salud. La anorexia o la bulimia, sin ir más lejos, ha llevado por el camino de la amargura a miles de jóvenes, y no tan jóvenes, cegados por la belleza en sí. La dicotomía entre dos mundos, uno perfecto y otro imperfecto implica una apología de la infelicidad. Los medios de comunicación – como marcadores de los cánones sociales – contribuyen, de alguna manera, a esa amalgama de sentimientos contrarios entre los perfectos – aquellos que se aproximan a los ideales sociales – y los imperfectos. Dos grupos que refuerzan su posición a través del sistema de clases. Un sistema que imita, como diría Platón, el ideal capitalista.

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2 COMENTARIOS

  1. Visto así…interesante

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  2. José Mestanza Martin

     /  10 octubre, 2019

    Tremendo, este autor es capaz de, hacerle la prueba del algodón al mismísimo Platón y es que ya se sabe, tanta familiaridad con los clásico, tanta confianza, termina por el poco respeto que se les tienes a «estos faros, para noches de niebla» (Concha lagos)

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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