Hoy, por si no lo saben, el abogado de La Manada ha estado en el programa de Ana Rosa Quintana. Me decía Jacinto, un viejo conocido de El Capri, que un buen abogado es aquel que sirve la mentira en plato frío. Los jueces no son ordenadores sino seres de carne hueso – con los mismos o más problemas que nosotros – que aplican e interpretan la Ley. Hace años, acudimos una compañera de trabajo y yo a un Juzgado de lo Social. Recuerdo que mientras esperábamos en el pasillo, hablamos largo y tendido con Francisca, nuestra abogada. Cuando estábamos a punto de entrar a la vista oral, mi compañera que lucía una minifalda de corte ejecutivo; le preguntó a Francisca por la forma más correcta de sentarse. Francisca le dijo que ni se le ocurriera sentarse con las piernas cruzadas. Estupefactos por la respuesta, le preguntamos por qué. Queríamos saber a qué se debía tanta corrección moral. La justicia – nos contestó – es subjetiva.
Aquellas palabras se me clavaron como estacas en las paredes de mi mente. Los jueces, nos dijo, no están en el lugar de los hechos. No son testigos de las violaciones, homicidios y asesinatos que corren por sus mesas. Son meros espectadores entre las partes; partes que defienden "su verdad" mediante una razón justificada. Así las cosas, lo que importa a muchos abogados es la construcción del relato. Un relato, como les digo, con los cabos bien atados; para que las piezas del puzzle encajen a la perfección ante los ojos de la toga. Ante este sesgo del sistema judicial, en algunas ocasiones se comenten errores por la existencia de lagunas legales o por el carácter polisémico de algunos preceptos jurídicos. Decía un juez jubilado que el sentido común es la mejor de las justicias. Un sentido que sin el valor de la prueba es papel mojado en cualquier juzgado de la esquina. Así las cosas, el juicio de La Manada se ha convertido en un tira y afloja entre el sentido común y el relato de "la verdad" por parte de la defensa. Aunque todos sabemos que un líquido blanco y en botella es muy probable que sea leche; un juez no podría pronunciarse al respecto sin una prueba que corroborase la hipótesis.
En el juicio de La Manada, el juez debe interpretar si hubo, o no, consentimiento de la víctima. Según el abogado de los presuntos violadores, la chica no gritó, ni pidió auxilio mientras se consumían los hechos; algo anómalo en situaciones similares. Por otro lado, este señor argumenta que los acusados no huyeron del lugar, sino que continuaron su marcha como si nada anómalo ocurriera. En resumen, para el abogado de La Manada no hubo violación sino una relación sexual consentida. Mientras este señor hablaba en el programa de Ana Rosa, he leído el siguiente tuit: "a ver si lo entiendo: 1 chica d 18 años conoce a 5 tipos 10 años +. La penetran a la vez anal, vaginal y oral, la dejan tirada y le roban el móvil. Fardan en rrss de lo machitos q son. Y la culpable es ella? X mis cojones". Tras leer este tuit, he buscado en el diccionario el verbo consentir. Consentir, dice la RAE, es "permitir algo o condescender en que se haga". Ahora, un juez debe interpretar si hubo o no consentimiento; 22 años y 10 meses de prisión están en juego.
dezabaleta
/ 30 noviembre, 2017Muy bien tratado …