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San Manueles de Unamuno

Todos los años, durante la segunda quincena de agosto, suelo releer un clásico del pensamiento. Este verano, la obra elegida ha sido "San Manuel Bueno, mártir" de mi queridísimo Unamuno. A través de su lectura he sentido las sombras de Cervantes en la "manuelización" de Lázaro; las clases magistrales de Willian James y la rabia existencial del amigo Schopenhauer. Entre los interlineados de Miguel, he oído el grito de millones de seres amargados por sus contradicciones internas. He oído, como les digo, el llanto de la mujer maltratada, que se pinta los labios para disimular la ira que siente por su verdugo. He visto la carcajada del envidioso cuando humilla al envidiado. Y, para más inri, he sentido los puñales del alma cuando uno no dice lo que piensa. Después de cada capítulo, he vaciado mi mochila de mis miedos y temores.

Hoy por hoy, soy más libre que ayer gracias a Unamuno. Lo soy porque he aprendido que la sinceridad es necesaria para caminar en sociedad. Una sinceridad como condición necesaria para alcanzar la felicidad. Si ocultamos nuestra verdad seremos una mentira en la mente de los demás; la misma mentira que fue don Manuel para los cientos de feligreses que acudían a sus misas; las misas del engaño. Mientras los demás eran felices tras recibir el sermón de su párroco, éste – don Manuel – vivía en silencio las heridas de su verdad; las mismas que sienten los actores cuando salen del personaje. Y las mismas que sienten miles de homosexuales en los armarios de su angustia. Miedo al qué dirán, o mejor dicho, voluntad equivocada de hacer felices a los demás desde la infelicidad. Es precisamente, ese miedo – el miedo a no hacer felices a los demás – el que impide a los mortales mostrar su singularidad.

En muchas ocasiones he sentido las mismas angustias que sufría don Manuel cuando se ponía la sotana. Las he sentido desde las tribunas de mi profesión. Como saben, aparte de "juntar letras" y encadenar pensamientos, soy profesor de secundaria. Imparto un módulo titulado "Formación y Orientación Laboral", más conocido en la jerga de los centros como FOL. A través de este módulo les enseño a mis alumnos las vocales del derecho laboral. Pues bien, en la mayoría de las clases y, sobre todo con alumnos mayores, me convierto en una especie de San Manuel. Me identifico con él, porque mi mensaje está a años luz de lo que ocurre en las empresas de la calle. Tanto es así que hablar del derecho a vacaciones, los descansos semanales, las pagas extras, un contrato en condiciones y un trabajo digno; se convierte en un discurso utópico para quienes han currado desprovistos de derechos. Así las cosas, esta pérdida de fe en las leyes del ahora; hacen del que escribe un actor de comedias en un funeral de plebeyos. 

Cada noche, después de releer un capítulo del libro, solía tomar un refresco en el "África". Allí estaban, como de costumbre, Carmelo, Manolo y Rodolfo, el más fanfarrón de la barra. Mientras me tomaba la Fanta, leía los titulares del día en un periódico de izquierdas. Tras la lectura, por mi mente introvertida, se cruzaban metáforas sin permiso de su amo. Tantas se cruzaban que sentí la tensión que sienten muchos ricos cuando quieren cambiar de coche y no se deciden por ninguno. La llegada de Podemos a nuestros escenarios fue gracias a una sociedad habitada por millones de San Manueles. Millones de "curas con sotanas" que perdieron su fe por la política ante los azotes de la crisis. Podemos fue como el palo que sujetan los ateos cuando enferman y no encuentran un médico que los sane. Hoy, a pocos meses de las próximas generales, muchos ciudadanos han vuelto a tener las mismas contradicciones que sentía San Manuel en sus misas de domingo. Las han vuelto a tener, como digo, porque las torpezas de su Dios – Podemos – han hecho que regresen al precipicio del ateísmo.

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2 COMENTARIOS

  1. Andrés Díaz

     /  1 septiembre, 2015

    no «creo» que sea para tanto…la santidad se consigue a toro pasado…

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  2. Victor Carrión

     /  1 septiembre, 2015

    Los políticos terminan en el desencanto. Excelente artículo.

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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