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Los ausentes

Don Juan Carlos – reza el titular de ABC – no asistirá a la proclamación de Don Felipe". No asistirá, según el monárquico de la mañana, porque el Rey quiere cederle todo el protagonismo del acto a su hijo. Si yo fuera don Felipe – lo digo como lo siento – me molestaría bastante que mi padre no acudiera al acto más importante de mi vida. Pienso en cómo habría sido el día de mi boda – por citar algún ejemplo – sin la presencia de mi padre y, aunque el protagonista era yo, una cosa no quita a la otra. Aunque don Juan Carlos no esté presente en el acto de su hijo, no olvidemos que él forma parte de la escena y es coprotagonista del día. El próximo jueves convergen dos momentos históricos en este país. Por un lado, el fin del juancarlismo, tras treinta y nueve años de reinado, y por otro, la apertura del felipismo, la proclamación de Felipe VI. Sale uno y entra otro. Luego ambos, padre e hijo, son noticia, aunque el Rey haya preferido ver el discurso de su hijo en el sofá de su casa. La ausencia del Monarca también puede ser entendida, por las lenguas de la crítica, como un gesto de "plantón" y descortesía ante un acto institucional, de tanta magnitud histórica, como es, sin duda alguna, el "relevo institucional" de la Corona.

El Rey, queridos lectores y lectoras, no será el único ausente en la ceremonia del jueves. La Infanta doña Cristina y su marido, Iñaki Urdangarín, tampoco estarán presentes en la proclamación de Felipe. Las "vergüenzas de la Zarzuela" serán escondidas para que el caso Nóos no manche de "chismes y diretes" el discurso del heredero. Así las cosas, al acto solamente asistirán doña Sofía y las infantas: Doña Elena; Doña Pilar y Doña Margarita. Son, precisamente, las figuras más desgastadas de la Monarquía – el Rey, la Infanta y su yerno – las que serán invisibles el día de la Corona. La cacería de Botsuana; los rumores de Corinna; la imputación de la Infanta y, los supuestos chanchullos de Iñaki, algo habrán tenido que ver para que estas tres figuras monárquicas prefieran quedarse en casa, con el pretexto de "no restarle protagonismo a Felipe", que asistir como legítimos al discurso de su vida. Ahora bien, la no asistencia al acto, no garantiza el silencio mediático pretendido, sino que alimenta la escenificación de la "mala prensa” que la Monarquía ha tenido en los últimos años.

Otras ausencias confirmadas al acto de proclamación serán los 40 diputados provenientes de la Izquierda Plural (IU-iCV-CHA); Esquerra Republicana de Catalunya (ERC); el Bloque Nacionalista Gallego (BNG); Compromís; Geroa-Bai y, Amaiur. Todos ellos, como ustedes saben bien, votaron en contra de la Ley de Abdicación, salvo los diputados de Amaiur que se ausentaron del hemiciclo en el momento de la votación. Por coherencia política es admisible, por parte de la crítica, que tales fuerzas políticas no estén presentes en el acto. No sería estético que tras la votación en contra, los cuarenta diputados aludidos aplaudiesen el fervor monárquico, desde la bancada del Congreso. Ahora bien, su asistencia al acto, aunque fuese incoherente con su votación en contrario, podría justificarse como un gesto democrático de respeto al 85 por ciento – o sea, de la mayoría – que votó "sí" al relevo de la Corona. Así las cosas, Iñigo Urkullu – del PNV – a pesar de la abstención de su grupo, en la votación a la Ley de Abdicación, ha confirmado que asistirá a la proclamación por "responsabilidad al acto institucional de las Cortes", a pesar de que seguirá por la vía constitucional para la consecución de un modelo de Estado que tolere "una mayor soberanía a la demanda nacionalista".

Una Monarquía que esconde a sus vergüenzas entre las bambalinas de la Zarzuela no responde a la altura de un acto institucional como lo es "la proclamación de un nuevo Rey para España". Es cierto que la presencia de doña Cristina y su marido enturbiarían las nuevas aguas de la Corona, pero en todas las familias – nobles y plebeyas – existen "ovejas negras" y, no por ello, hay que desplazarlas en los días señalados. La ausencia de los 40 diputados resulta admisible por coherencia política pero es, sin duda alguna, una falta de respeto hacia nuestra forma de Estado. Aunque defendamos la República debemos acatar lo escrito en la Constitución, la Ley de nuestras leyes, y utilizar los mimbres establecidos para abrir un debate democrático acerca de la cuestión monárquica. Un debate, les decía, por la vía del referéndum para que el pueblo hable y se manifieste acerca de las reglas de juego. Aunque Felipe VI sea el protagonista del día, no olvidemos que lo es gracias a su padre, el único hombre que rompió con las reglas de juego establecidas por Franco.

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1 COMENTARIO

  1. Estaba claro. Cuestión de imagen.

    Saludos

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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