Si "Podemos", el partido de Pablo Iglesias, no se hubiese presentado a las elecciones europeas, hoy, otro gallo cataría en las jaulas socialistas y en los corrales de Cayo. Gracias a las "utopías regresivas de la izquierda", en palabras despectivas de Felipe González, los cimientos del bipartidismo han sentido sus temblores, tras casi cuatro décadas de democracia. Así las cosas, tanto el PSOE como Izquierda Unida tendrán que ponerse las pilas para atraer hacia sus nichos a los exiliados de sus filas. Para ello, para sacarle los dientes a Podemos y recuperar su enseres, los bastiones progresistas – PSOE e IU – deberán radicalizar sus discursos; desprenderse de la vieja guardia y, lo más importante de todo, vender ilusión al pueblo para que éste recupere la energía politiquera de los tiempos "suaristas". Fue, precisamente, la frescura de Felipe y su energía mitinera, la que hizo brillar al partido socialista en la España del fraguismo. Hoy, Pablo Iglesias se ha convertido en el líder que representa a los votantes descendientes de la Hispania efervescente, de los años postfranquistas. Votantes, les decía, con hambre de líderes que les digan lo que quieren oír aunque sea mentira. Líderes de "cuello azul" que vistan a la hippy; versados en política e inquietos por "lo público". Hombres y mujeres comprometidos con las pancartas para que la "casta política" no viva, ni un minuto más, a la "sopa boba", mientras millones de ciudadanos viven como reos en sus "cárceles africanas".
El PSOE no ha levantado cabeza desde los tiempos de Zapatero. El "decretazo" de José Luís, hace ahora cuatro años, fue la losa que sepultó al cadáver socialista en los escombros actuales. La era Rubalcaba, por su parte, ha hecho mucho daño a los tallos de la rosa. Durante dos años y medio en la oposición, Alfredo – la perla de ZP – no ha estado a la altura necesaria para plantar cara al desmantelamiento del Bienestar, propiciado por la derecha. Rubalcaba, verdad de las grandes, formó – y forma – parte del problema (la debacle socialista). Él, fue – y será – una "oveja negra" de la "herencia recibida". Cada vez que ha abierto la boca para criticar a don Mariano, éste le ha echado en cara su "nefasta gestión" al frente de ministerios socialistas. Rubalcaba – dicen las lenguas de su partido – nunca fue un líder consolidado sino un segundón del partido. Un segundón que, a pesar de su bagaje político, no ha orquestado una oposición que pusiera "a parir" a Rajoy por la involución realizada desde que obtuvo la mayoría. Así las cosas, Alfredo – el último error de ZP – ha hecho mal sus deberes, justo cuando mejor lo tenía para ser la alternativa. Ante esta debilidad, causada por la falta de liderazgo y las grietas de su partido, los mordiscos de Podemos han arrastrado para el "morado" de su siglas a los rojos de Zapatero.
La reestructuración del partido socialista, tras los daños causados por la tormenta electoral, pasa por elegir a un nuevo líder que haga frente al joven de Vallecas. El perfil del elegido debería, desde las recomendaciones de la Crítica, ser el polo opuesto al recién destronado. El candidato, o candidata, no debería ser afín a los tentáculos de Rubalcaba, sino alguien ajeno a la "herencia recibida". Savia nueva, como les decía en el último artículo, que no tenga ninguna tara, personal ni contextual, con el pasado de su partido; luego nada de Patxis, Chacones ni Madinas. Otro rasgo o condición del sustituto, o sustituta, de don Alfredo es que su discurso rompa con los centrismos "socioliberales" de los últimos años. Un discurso más radical y con tintes "a lo Obama" es necesario para que el PSOE integre en su seno a las voces radicales, huidas a Podemos. Aunque esté feo decirlo, el nuevo líder socialista deberá hacer lo mismo que en su día hizo Aznar para reconstruir a su partido; meter en una misma olla a los garbanzos negros con los blancos. Otra característica del futuro jefe, o jefa, de la oposición es que sea "guerrillero", o dicho en otros términos, que sustituya a la "oposición tranquila", llevada a cabo por Rubalcaba, por una oposición dura al estilo del "váyase señor González" de los tiempos "Roldanes". Una oposición que levante, si hace falta, a Rajoy de la cama para que comparezca en la tribuna y defienda su honor ante las corruptelas de su partido. Lo mismo que consiguió Pedro Jota, el pasado verano, con sus "tres horas con Bárcenas" y le costó la cabeza (la dirección de su periódico).
Los mordiscos de Podemos a los votantes de IU son el síntoma de que algo va mal en los corrales de Cayo. Desde el Rincón recomendamos a Llamazares y los suyos que hagan autocrítica de todo lo sucedido. ¿Por qué la gente ha comprado Podemos en lugar de IU? por las fantasías de Pablo, respondería el lector de ABC y el oyente de la COPE. Un discurso más utópico y surrealista, pero al fin y al cabo, más "populista" que el mensaje desgastado de las filas izquierdistas. No olvidemos que en este país, agotado por los hachazos marianistas, solamente se compra aquello que garantice el bienestar de la gente. Otra cosa es cómo saldrá el producto una vez adquirido. Probablemente, la victoria de Podemos chocará con la Tea Party europea; su discurso será ninguneado por los gallos de Bruselas y, ojalá me equivoque, el neoliberalismo occidental hará todo lo posible para que la corriente "pablista" sea un cero a la izquierda en las decisiones europeas. De Pablo depende que un millón doscientos mil votantes no pierdan para siempre su ilusión por la política.
Mark de Zabaleta
/ 31 mayo, 2014PODEMOS se ha presentado con un programa en el que apoya rescates a los ciudadanos, un mayor peso del sector público en instituciones y sectores, respaldo a las pymes y una vigilancia, por parte de la sociedad, de los organismos públicos… consolidando una banca al servicio del ciudadano y recuperando el control público en los sectores estratégicos de la economía…
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¿No les suena a Keynes?
Mark de Zabaleta