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Lazos rotos

Las mayorías absolutas deberían estar prohibidas en los tiempos democráticos. El diálogo social – decía Jerónimo a sus alumnos del doctorado – se ha perdido desde los tiempos aznarianos. Fue precisamente en la primera legislatura de José María, cuando las aguas turbulentas del sindicalismo felipista volvieron a sus cauces, después de una década de huracanes y ciclones. La bonanza económica de finales de los noventa y la unificación de la acción sindical,  sirvieron al líder de la derecha para obtener su recompensa en su periplo por la tribuna. La mayoría absoluta de Aznar rompió de un plumazo los logros alcanzados en los cuatro años anteriores de pactos y diálogo. El "decretazo" puso los nubarrones a las flores primaverales del año de los patos.

Hoy, once años más tarde de aquel fatídico desenlace, el entendimiento entre Rajoy y los sindicatos se ha convertido en un diálogo de sordos en el contexto de la nada. Con dos huelgas generales en la vitrina de Báñez, el discípulo de José María no ha movido ni un punto ni una coma, al pastel cocinado en los fogones de Rosell. Estos hechos recogidos de los contenedores presentes pone en evidencia la crisis de liderazgo social entre los sindicatos del ayer y los del ahora. Mientras en el año 1988, la Huelga General consiguió poner la marcha atrás a las intenciones de González. Hoy, las manifestaciones laborales se han convertido en agua de borrajas para las corbatas de Génova. Desde la crítica nos preguntamos: ¿qué está pasando para qué los sindicatos hayan perdido tanto fuelle en sus pulsos ejecutivos?

La pérdida de su arma reformista – en palabras de Jerónimo – ha sido el principal escollo que ha debilitado los diálogos aznarianos. En días como hoy, los sindicatos se han convertido en fuerzas de bloqueo a las puertas del Ejecutivo. No existe, como en los tiempos de Suárez, unos agentes sociales en sintonía con el brazo ideológico de los elegidos. El divorcio entre sindicatos y partidos pone sobre la mesa, el éxodo de afiliados de las salas sindicales y su desafección con los atriles ejecutivos. En los tiempos felipistas – antes de la Huelga General – había lazos emergentes entre los puños de la rosa y las manos apretadas de UGT. Lazos forjados desde el Congreso de Suresnes, cuando en la clandestinidad se vislumbraban en el fondo de los rincones a los futuros gobernantes de las tablas democráticas. En aquellos tiempos – exclamaba el catedrático, mientras miraba a sus doctorandos – CCOO mandaba más en las filas de Carrillo que Llamazares hoy, en la casa de Cayo.

Las mayorías absolutas – tanto de Aznar como de su discípulo – han roto el diálogo que existió en la España de los pactos. Es precisamente, este ácido del poder absoluto – legítimo, faltaría más –  sobre el cuerpo de la democracia, el que ha erosionado la influencia social de los sindicatos de antaño. Para retomar las riendas del liderazgo perdido, no basta con una unidad de la acción sindical al estilo mencionado, sino un frente común de la izquierda que les frene los caballos a los recortes de la Derecha. Mientras la Patronal sigue fiel al bastión neoliberal, los sindicatos han roto el matrimonio que les unía con los rojos de la parrilla. Lo han roto, entre múltiples motivos, por el bofetón que Zapatero les dio hace dos años. La misma taza azul en forma de "decretazo primaveral", que ocho años atrás sirvió Aznar al comensal del trabajo, después de cuatro años sirviéndoles café con la cuchara de la izquierda. Jarra fría.

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2 COMENTARIOS

  1. Julián Serrano

     /  30 marzo, 2013

    Se pregunta ¿ que pasa para que los sindicatos hayan perdido tanto fuelle en sus pulsos ejecutivos? . Porque lo mismo que sus socios son socialistas solo de siglas estos son sindicalistas solo de nombre. En primer lugar está muy claro que sólo han servido como instrumento político de la llamada izquierda perdiendo el norte de la esencia sindical : los intereses de los trabajadores. Desde la época de Felipe aceptaron dinero por asesorar en despidos y ese es el principio del fin. La ignorancia de unos, el sectarismo de otros y el apesebramiento de otros, los ha mantenido en la escena política pero cuales zombies sin ninguna credibilidad , totalmente perdida a pulso, por venderse a políticos intereses espurios.

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  2. Posiblemente el sindicalismo haya cambiado su perfil en los últimos veinte años…

    Saludos
    Mark de Zabaleta

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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