Con motivo de la celebración del día internacional de lucha contra el cáncer, debemos reflexionar sobre las causas sociales que han magnificado el problema y creado una distorsión sesgada de la enfermedad.
En una sociedad liderada por unos "cánones de belleza" impuestos por los medios de comunicación, la desviación con la norma de referencia está duramente sancionada por la masa colectiva.
Nos encontramos ante una televisión monopolizada por una aplastante mayoría de presentadores/as delgados/as en contraste con unos altos índices de obesidad infantil, por unos hábitos de comida rápida, importados de EEUU.
La lucha por la delgadez y la "cultura bio", colapsa las clínicas de adelgazamiento y las salas de gimnasios. Formar parte del canon establecido por los "mass media", es imprescindible para formar parte del círculo de los felices.
El pelo, en la "sociedad de la imagen", es fuente de etiquetas sociales en todos los entornos sociológicos. A nivel de música, una melena en hombres se asocia a música Rock, mientras en el colectivo de oficinas y despachos, un señor con el pelo largo vendiendo un depósito bancario, se aleja del horizonte de expectatvas asociadas a su rol, y suscita desconfianza y recelo en sus clientes.
En cuanto a las mujeres, el pelo ha sido arma de identidad, con sus correspondientes connotaciones. El pelo tiene simbolismo ideológico, en movimientos radicales, suele aparecer teñido con colores fuertes y llamativos, rojos y anaranjados, sin embargo, en los entornos laborales de oficinas, despachos y cajas de supermercado, se establece de forma generalizada, el recogido.
El simbolismo del peinado forma parte del ritual de la conquista, en grandes celebraciones es adornado con tocados, diademas y demás, como sinónimo de detallismo y gusto por la elegancia.
En el ritual de la ducha, existe una amplia gamas de productos que alimentan la cultura de su cuidado, en una sociedad altamente exigente con el peinado.
El tratamiento contra el cáncer, más conocido como quimioterapia, afecta directamente al cabello. La caída del mismo, como consecuencia del tratamiento, suscita en el paciente una pérdida traumática y súbita de su identidad social, que lo encarcela en una prisión psicológica, con altas dosis de inseguridad y una bajada drástica de su autoestima.
El drama de mirarse al espejo y reflejarse sin pelo se incrementa de forma exacerbada, con la mirada discriminatoria de ajenos y extraños en el paisaje urbano.
El discurso peyorativo de los medios de comunicación durante los últimos años ha creado en la opinión pública, la correlación injusta entre cáncer y muerte. La extrapolación del discurso a otros escenarios verbales, tales como; "el desempleo es el cáncer de la economía" o "las drogas son el cáncer de la sociedad", alimentan la etiqueta social de la enfermedad.
Desde este blog, queremos hacer una denuncia pública para que los "mass media" comiencen a elaborar discursos positivos; destacando los logros en la lucha por la enfermedad; los avances en los tratatamientos, la incidencia en las medidas preventivas, los porcentajes de curación… para que se rompa, de una vez por todas, la ecuación cáncer igual a final.
Es totalmente deplorable, que los pacientes tengan que luchar todos los días contra su enfermedad y, al mismo tiempo, contra el estigma social de la misma.
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El estigma social del cáncer
Por Abel Ros, el 4 febrero 2011
https://elrincondelacritica.com/2011/02/04/el-estigma-social-del-cancer/