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Por fin las cafeterías huelen a café

En un país como España con una "cultura de bares" tan asentada en la indisioncrasia popular, no es de extrañar que la ley antitabaco haya caído como un "jarro de agua fría" en los incondicionales del cigarrillo. Desde la crítica queremos reflexionar sobre los efectos colaterales que está teniendo la nueva normativa en su ámbito de aplicación. Detrás de todo discurso social existe un interés privado que lo sustenta, entre los detractores de la medida se encuentren aquellos fumadores convictos y aferrados a su libertad individual; así como parte de la clase empresarial hostelera que sufre con frustración la merma diaria en sus cierres de cajas.

En el otro lado del foro, encontramos a un colectivo, víctimas de un humo ajeno, que durante muchos años ha tenido que suplicar, lo que ahora la ley les otorga por derecho, estamos hablando de los ex-fumadores pasivos. Para ese grupo, el olor a café de las cafeterías, les ha devueltos a sus pulmones y olfatos, la privacidad de ese aroma, que durante tanto tiempo han rogado en silencio. Desde el pasado dos de enero, en las terrazas de bares y cafeterías, encontramos a esos adictos a la "calada" en contraste con los "ex-fumadores pasivos", que sonríen al refugio de un techo que los cobija, y disfrutan del triunfo de la batalla.

La ética tan discutida en las tertulias de bares y cafeterías, sobre dónde comienza la libertad individual y termina la colectiva, ha quedado para el recuerdo del ideario colectivo. Ahora, el cine y la fotografía nos deja para las futuras generaciones el testimonio de una época pasada, una España de oficinas y despachos tintados con la niebla del tabaco, profesores de la vieja escuela apurando la "última calada" delante de los ojos llorosos de sus pupilos, individuos guardando cola en notarías y bancos soportando el aroma a "Ducados" del señor de "la chaqueta", el joven con patillas largas y pantalones de campana contemplando como se consume la ceniza de su inseparable cigarrillo…

La protección del espacio público cerrado ha levantado "los malos humos" de hosteleros y clientes del "pitillo", que al acecho del frío mes de enero siguen con sus "caladas" y encima con sus resfriados.

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1 COMENTARIO

  1. patricia

     /  3 enero, 2012

    Esta ley ayudará a que muchos jóvenes no fumen nunca. Ojala hubiese llegado antes. Ahora mi sobrina de 20 años no se pasaría el día colgada del cigarrillo.

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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