• LIBROS

Entrada anterior
Entrada siguiente

La pseudointelectualidad

El otro día, Fernando Vallespín escribía, en los pergaminos de El País, una columna sobre la crisis de la intelectualidad. Decía, este politólogo y profesor universitario, que los tertulianos de plató se han convertido, por desgracia, en líderes de opinión. Tras leer su artículo, le puse el collar a Diana y deambulé por la orilla de "los locos", la playa donde veraneo. Mientras caminaba, oí – en los mentideros de la arena – a señores de pelo blanco como apelaban a tertulianos de la tele. Apelaban a ellos, como les digo, para defender sus posiciones. Decía Comte, el padre de la sociología, que, de en vez en cuando, es necesario el ayuno intelectual. La desintoxicación mediática serviría a la Doxa – a la opinión de la calle, en términos platónicos – para construir una razón libre, plural e independiente. Hace falta, queridísimos lectores, que el espíritu crítico resucite en la Hispania del ahora. Una sociedad que se nutre de fuentes deficientes corre el riesgo de caer en la trampa del populismo.

Ante esta situación, es necesario que la filosofía recupere su función. Es necesario, y disculpen la repetición, que vuelvan los tiempos de Kant. Tiempos obligados para no caer en las redes de la manipulación. El análisis de las fuentes – de dónde salen las palabras – es fundamental para salvar la intelectualidad. La crisis de las humanidades, el auge de lectores de novela y el descenso acelerado de los libros de ensayo contribuyen, de alguna manera, a la pseudointelectualidad. Más allá del fomento de las letras; los periódicos deberían prescindir de algunas voces en sus firmas de opinión. Voces que – al margen de su popularidad – carecen, por déficit de formación, de los mimbres necesarios para opinar con propiedad. La complejidad de la actualidad nacional, y sobre todo internacional, requiere de filósofos, politólogos y sociólogos. Una sociedad que construye su opinión mediante el argumento de perfiles generalistas – de literatos y verborrea imprecisa – se convierte en un caldo de cultivo para la manipulación y el engaño.

La crisis que azota el periodismo no se salvará sino salvamos antes a la intelectualidad de la pseudointelectualidad. Más allá del sensacionalismo barato, de los sucesos y la sangre, hace falta análisis. Análisis de los fenómenos noticiables mediante el rigor de los expertos. Los expertos son quienes deberían abanderar las columnas de opinión. Son ellos, y no las firmas de siempre, quienes están más capacitados para comentar los resultados del CIS, la crisis de gobierno o el aumento del paro, por ejemplo. El periodista, aparte de saber hablar y escribir, necesitaría complementar sus estudios. Si no lo hace, si se conforma con los conocimientos generales, adquiridos en la Facultad, se convierte en un profesional incompleto para las exigencias de su función. Así las cosas, el periodismo debería ser adjetivo. Debería convertirse en un postgrado. Un postgrado que sirviera como colofón académico a los cimientos del oficio. Si seguimos así, si no hacemos nada. Si no exigimos calidad y rigor a la opinión mediática, asistiremos al funeral de la crítica. Algo nefasto para la sociedad del engaño.

Deja un comentario

6 COMENTARIOS

  1. yolanda

     /  5 septiembre, 2019

    De acuerdo. Muy bien Abel.¿Estamos a tiempo? Creo que la calidad y la seriedad le interesa cada vez a menos personas.

    Responder
  2. Me parece que planteas una quimera que a nadie le interesa conquistar. Como bien dices, la sociedad del engaño al mermar la capacidad crítica promueve actitudes y conforma voluntades. Así es que la preocupación por el nivel de análisis mediático pertenece a unos cuantos, seguramente a quien posee la necesidad de saber y aprender que es a lo que debería aprender un intelectual para serlo. No a tener una titulación universsitaria, sea la que sea que no lo convierte más que enotro parado, si del ámbito de las humanidades hablamos, que como sabemos hace año están fulminando….gracias por tus artículos

    Responder
  3. Recuerdo que un profesor mío en la UNED Senior hablaba con desprecio de los «Todólogos» que pululan en los platós de televisión, radio y tabloides. «Oficial en todo y maestro en nada», se decía en tiempos.
    El regreso a la Filosofía, al conocimiento y a la opinión fundada es una bonita meta para un foro de desengañados, pero un imposible social. ¿Quién está interesado en La Verdad, habiendo tantas verdades manipulables?

    Responder
  4. José Mestanza Martin

     /  7 septiembre, 2019

    Se está poniendo de moda la palabra seudo o pseudo, por aquellos que quieren guardar su «cortijo» y eso es muy sintomatológico.

    Responder
  5. Anton

     /  12 septiembre, 2019

    Quien paga todo esto?… no seas inocente “esto” no pasa por casualidad. La clase dominante se ha hecho con «todos» los canales de información … te desinforman de lo que les da la gana…y paga bien al que le sirve y echa a las tinieblas exteriores al que no
    Feliz Arcadia feliz

    Responder
  6. Juan Antonio Luque

     /  15 octubre, 2020

    Y cada día empeora más ya que los grandes medios de programas de opinión fichan a ex políticos sin ninguna formación y periodistas o pseudoperiodistas.

    Responder

Responder a José Mestanza MartinCancelar respuesta

  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

  • Categorías

  • Bitakoras
  • Comentarios recientes

  • Archivos