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Sobre Errejón y el error de Ciudadanos

El pacto con la gaviota ha tirado por la borda treinta y siete años de cetros socialistas. Andalucía es feudo de la derecha. Y lo es gracias al beneplácito del populismo y la chaqueta verde de Ciudadanos. Tras conocer la noticia, he bajado al Capri. Necesitaba, la verdad sea dicha, emborracharme con las burbujas del gintonic. Mientras estaba en la barra, ha llegado Manuela, una mujer a deshoras; de esas que dicen tacos y fuman más que un carretero. Su olor a perfume barato ha inundado de sosiego mi cabreo por el sino de Susana. Sus ojos delataban lo que se cocía en los fogones de su mente. Una mente malherida por los navajazos de la vida. Mientras movía con la cucharilla lentamente el carajillo, me ha preguntado por Peter. Desde hace más de una semana, el capitán de la barra no se deja ver por el garito. Al parecer, el bicho está haciendo de las suyas en los recovecos de su vejiga.

La noticia de Errejón, el Brexit y las sombras de Cataluña visten de alegría los diálogos de la barra. Al final, en palabras de Jacinto, Iñigo terminará en las filas socialistas. Y terminará allí, empuñando la rosa, porque en Podemos está todo el pescado vendido entre los colegas de Pablo. El matrimonio de Íñigo con Carmena pone en evidencia la batalla campal, entre capitalistas y comunistas, en el seno del morado. Tras el varapalo del Errejón, la izquierda se agrieta por los cuatro costados. Hoy, sanchistas, pablistas, errejonistas y garzonistas tejen cada uno su traje de cara a las autonómicas y locales. Así las cosas, con la derecha y la izquierda más agrietada que nunca, es necesario que cada uno demuestre que sus manzanas son mejores que las de sus vecinos. Es precisamente esta lucha entre ideologías similares, la que invita al politólogo a analizar la contienda y aventurar escenarios. Estamos ante una amalgama de colores donde las únicas orillas son la crispación y el entendimiento.

Si yo fuera Sánchez, le decía esta mañana a Gregorio, haría un giro radical hacia la izquierda. Y lo haría, queridísimos camaradas, porque sería la única manera de conseguir que la socialdemocracia ocupara el lugar que se merece. Por ello hace falta que Pedro se deje de ambigüedades y barra para los débiles. La traición de Ciudadanos, en las tierras andaluzas, debería ser castigada, de forma severa, en las próximas elecciones. Un castigo, claro que sí, por bailar con la fea, por abrazar el populismo y volar con la gaviota. Hoy, miles de votantes se sienten desengañados por el sino de su voto. Y se sienten así porque su papeleta – supustamente de centro – ha ido a parar al montón del extremismo. Por ello, no tiene sentido que en Hispania se luche por el centro. El centro siempre ha estado en la ambigüedad política. Siempre ha jugado a dos barajas. Un juego que nunca ha sido ventajoso para ganar la partida. Y un juego que, tarde o temprano, ha terminado por sacarlo del tablero.

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2 COMENTARIOS

  1. El Decano

     /  18 enero, 2019

    Decía Margaret Thatcher: Standing in the middle of the road is very dangerous; you get knocked down by the traffic from both sides.

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  2. Ciertamente bien expuesto …

    Saludos
    Mark dde zabaleta

    Responder

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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