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De Zapatero, el Estatut y el referéndum

El otro día, me preguntaba Alejandro sobre la cuestión catalana. Quería saber, este lector de las tripas andaluzas, cómo repercutiría el conflicto independista, si hoy se celebraran elecciones generales. En la primera legislatura de Rodríguez Zapatero, como recordarán, Mariano Rajoy politizó hasta la médula el terrorismo de ETA. Los atentados de Atocha, y lo que ustedes y yo sabemos, trajo consigo el fin del aznarismo. Esta "hostia política", y perdonen por el término, llevó a ZP por la calle de la amargura. Lo llevó, como les digo, porque su supuesta negociación con los terroristas fue utilizada por el Pepé como arma arrojadiza. Un arma, valga decirlo, insuficiente para reconquistar La Moncloa, pero eficiente desde el punto de vista mediático. Gracias a la omnipresencia de aquel agrio debate, Mariano Rajoy consiguió pasar de puntillas por otros temas más peliagudos para sus fines electorales.

La segunda legislatura de ZP estuvo marcada, como saben, por el Estatut Catalán y el "modelo de país". En aquellos momentos, el presidente del Gobierno defendió lo que hoy defiende Sánchez: una España quasifederal enmarcada en el concepto constitucional de "Estado de las Autonomías". La aprobación del nuevo Estatut avivó la llama entre unionistas y federalistas. Así las cosas, el Pepé – unionista – impugnó el texto ante el Tribunal Constitucional y firmó, como saben, su sentencia de muerte como fuerza electoral en las tierras catalanas. En aquel momento el debate no era el derecho de autodeterminación, sino el agravio comparativo que suponía la aprobación de estatutos desiguales para regiones iguales. Hoy, tras diez años de aquellos lodos, muchos pensadores ponen en perspectiva la decisión de ZP. Muchos se preguntan, y yo entre ellos, si la concesión de aquellos privilegios han condicionado, de alguna forma, la progresión de las élites catalanas hacia la independencia.

El Pepé, valga la obviedad, está sacando tajada electoral de la cuestión catalana. La está sacando, queridísimos lectores, porque ha encontrado en el conflicto nacionalista su hecho diferencial. Gracias al brote independentista, Mariano Rajoy ha conseguido acentuar su discurso unionista de los tiempos de Zapatero. La incertidumbre sobre el desenlace del referéndum, el miedo social a una hipotética contienda civil e intervención del ejército, el deterioro de la marca España en el entorno internacional, y la turbulencia que todo esto supone para la economía nacional; sitúa a Rajoy en los tiempos del rescate. Un rescate ahora geopolítico que refuerza la función del socio mayoritario del Gobierno en detrimento del PSOE y Ciudadanos. La defensa a ultranza del Estado de Derecho fue lo mismo que hizo Mariano en la primera legislatura de Zapatero. Una defensa, como saben, que no sirvió para combatir la lacra del terrorismo etarra. Solamente la "supuesta negociación" – el cauce informal – contribuyó para que en los últimos días de Zapatero, ETA anunciara su final.

Así las cosas, Rajoy está cometiendo el mismo error que ayer. La insistencia en el Estado de Derecho es un recurso necesario pero no suficiente para frenar "el caballo desbocado" de la desobediencia civil. Hoy, más que nunca, hace falta negociación y la intervención de la Comunidad Internacional. Negociación – tal y como ha insinuado Sánchez – para que Catalunya acepte de una vez por todas una quasi independencia dentro, eso sí, del Estado de las Autonomías. Esta negociación – nada fácil – conlleva la agudización del "agravio comparativo" que tanto denunció el Pepé. Un agravio que se solucionaría con más competencias al resto de comunidades. En resumen, más independencia interna con el objeto de equilibrar la balanza interregional y evitar, por tanto, un mal mayor. Por otro lado, es urgente que la Comunidad Internacional se pronuncie sin ambigüedades sobre el conflicto catalán. Un conflicto que, de alguna manera, interesa a unos países más que a otros. Países, como les digo, que analizan con entusiasmo cómo harán leña del árbol caído.

 

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3 COMENTARIOS

  1. Álvaro Salvador Jofre

     /  18 septiembre, 2017

    No me parece correcto el planteamiento. Zapatero lo que quería era ir hacia un Estado Federal que, en definitiva, era el destino que los Padres de la Patria vislumbraron para el Estado de las Autonomías. Rajoy y el PP, al denunciar ante el Tribunal Constitucional unas competencias para Cataluña que ya estaban en los Estatutos de Andalucía y de Valencia precipitaron la deriva nacionalista que después además no han sabido solucionar, cerrándose a la reforma de la Constitución y al diálogo.

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  2. Álvaro Salvador Jofre

     /  18 septiembre, 2017

    Insisto: las líneas en las que sugiere una posible alianza de Zapatero con los terroristas del 11-M son demenciales. Ya se demostró de sobra que toda aquella patraña levantada por el Mundo a instancias del PP no era más que una sarta de falsedades y de pruebas inventadas.

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  3. Muy bien tratado …

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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