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Escándalo en el Forest Green

Aquella noche, los agudos de Baker hicieron bailar a la desdichada Adeline. No era normal, que la esclava del Malboro bailase el "Broken Wing" en aquel garito de Chicago. Su marido – el viejo William – era un sicario a las órdenes de Joshua. Falleció hace cuatro años; después de una vida dedicada al tiro a bocajarro entre los árboles del Morgan Park. Dicen las serpientes del garito, que el matrimonio, aunque llevaba una vida modesta, se limpiaba el culo con los verdes de Bens. En la barra estaba Dominic, el director del Chicago Press. Había quedado con Zoe para cerrar un reportaje sobre el tráfico de drogas en el Forest Green. Mientras esperaba, llamó a Lila, su empleada de opinión. Quería saber cómo había quedado su último artículo, acerca de los escándalos en el Distrito Norte de Llinois. Tras colgar el celular, sus ojos se detuvieron en las piernas de Adeline. ¡Ohhh!, Magníficas, esbeltas y elegantes como las de Hepbum; escurridizas como las de Monroe, y perversas como las de Gadner.

Por la puerta, entraba Zoe. Iba acompañada de Hunter, un antiguo reportero del York afincado en Chicago. Al parecer se veían los sábados por la noche en un apartamento de la calle Broadway. Zoe necesitaba un hombre. Un hombre con sombrero; de esos que tratan a las damas con flores y sosiego; de esos que fuman pipa, y sonríen a la Brando cuando les dicen te quiero. Tras cuatro semanas de investigaciones, Zoe tenía listo su reportaje. Hablaba de cómo los camellos introducían la droga colombiana en las Escuelas Públicas de Chicago. Al parecer, un tal James – un pez gordo del gobierno – estaba metido en el ajo. Según las fuentes del Press, este comisionado manchaba al Sheriff del Condado; a cambio de hacer la vista gorda a los camellos de Alexander, el cabecilla de la banda. Mientras Dominic leía el reportaje, sonó su celular. Estaba en juego la vida de Zoe. Un sicario amenazaba con matarla, si salía a la luz el reportaje; no era la primera vez que el Chicago Press recibía amenazas procedentes del gobierno.

A pesar de las amenazas; dos días más tarde, el escándalo de drogas en el Forest Green salió a la luz. Pobre Zoe, las letras de su losa aguardaban en el Bachelor's Grove, un viejo cementerio cerca de Oak Forest. Esa misma tarde, el Chicago Press recibió una carta para Dominic. Estaba firmada con el seudónimo de Black. En ella, el autor anunciaba que el cuerpo sin vida de Zoe estaba bajo las aguas verdes del río Chicago. Un sicario – viejo conocido de la desdichada Adeline – estaba detrás del cotarro. "Querido Dominic – decía así la carta – toda acción lleva consigo una reacción. ¿Por qué, después de tantas masturbaciones pensando en ella, has decidido quitarla de en medio?, ¿No hubiese sido mejor; encargar el reportaje a Hunter?". La carta, lógicamente, no se publicó. El director del Press no podía someterse a semejante humillación. No podía – por poco tiempo – porque el escrito fue publicado por otro diario de Chicago. Hunter leyó la carta. No daba crédito a lo leído y, ni corto ni perezoso, llamó a Dominic. Al parecer, la mujer del río no era Zoe sino Adeline; la señora, de las piernas largas y esbeltas, que bailaba el "Broken Wing" en la sala negra del Riverdale.

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1 COMENTARIO

  1. Mark de Zabaleta

     /  9 marzo, 2016

    Francamente bien escrito…

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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