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El dilema socialista

Desde el 26-J, oigo una y otra vez la misma música que oí tras el 20-D. Oigo los mismos timbales y saxofones porque "escaño arriba, escaño abajo" estamos en el mismo pentagrama que hace medio año. Estamos pues, ante un pluralismo incómodo de intereses partidistas; de reproches y líneas rojas que imposibilita sacar agua clara de este pozo negro, llamado partidocracia. Aunque Rajoy haya ganado las elecciones, lo cierto y verdad es que 137 escaños no le sirven de nada sin el permiso de los otros. Para gobernar, el presidente en funciones necesita convencer a los socialistas para que se abstengan, o digan sí a su hipotética investidura. Así las cosas, el PSOE – con el peor resultado de su historia – celebrará el próximo sábado un congreso para decidir, entre otras cosas, que hará con el sino de Rajoy si llegase la encerrona.

La apelación al voto útil, por parte de don Mariano, ha provocado que parte del centro derecha, alojado en Ciudadanos, regrese al nido de la gaviota. Un regreso justificado por la desconfianza social ante "quienes pactaron con el socio equivocado" y decidieron suicidarse el día de las urnas. Por su parte, la presencia de Podemos es lo mejor que le ha podido pasar al líder de la derecha. Es lo mejor, como les digo, porque gracias a Pablo Iglesias, Errejón y todos los podemitas juntos; los populares viven tranquilos en su feudo liberal. Gracias a Podemos y su visibilidad exacerbada en la Sexta, la derecha tiene resuelto el problema con la izquierda. El Pepé – en palabras de Teodoro – no necesita enfrentarse a los socialistas para recuperar su mayoría. El enemigo de Rajoy es Ciudadanos; el "Podemos de derechas", el partido que ha roto la unificación popular de los tiempos aznarianos.

Tanto la abstención como el sí de Sánchez, ante una hipotética investidura de Rajoy, supondría comida para hoy y hambre para mañana. Por un lado se conseguiría parar la hemorragia de seis meses de desgobierno y frustración política. Por otro lado, el PSOE sería un cadáver político de cara a los próximos comicios. Gracias a la abstención, don Mariano sería por segunda vez consecutiva el inquilino de La Moncloa. Un inquilino señalado por la corrupción de su partido y con serios problemas para sacar adelante proyectos de envergadura; tales como los la Ley de Presupuestos. Don Mariano correría el riesgo que la aritmética parlamentaria aprobase la derogación de sus principales pilares de gobierno: la Lomce, la reforma laboral y la ley mordaza; un escenario humillante para un presidente en minoría.

El "no" de Sánchez supondría la convocatoria de nuevas elecciones generales para la víspera de Navidad. Una "tercera vuelta" beneficiaría a Rajoy. Lo beneficiaría por la apelación al voto útil, a "culpa fue de Sánchez" y la probable abstención. La ruptura matrimonial de Unidos Podemos beneficiaría a los de Iglesias y perjudicaría a los "comunistas". El PSOE, por su parte, no saldría mal parado del "no es no, señor Rajoy". No lo saldría, queridísimos lectores, porque sin un pacto con Ciudadanos por en medio, el partido socialista podría sacar pecho de ostentar el cetro de la socialdemocracia. Así las cosas, con abstención o sin ella, los más perjudicados somos los españoles. Lo somos porque tanto una decisión como otra nos desemboca en la orilla de la inestabilidad. Una inestabilidad nefasta para los mercados; las relaciones internacionales y el Estado de Derecho. 

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1 COMENTARIO

  1. Es una complicada situación…

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  • SOBRE EL AUTOR

  • Abel Ros (Callosa de Segura, Alicante. 1974). Profesor de Filosofía. Sociólogo y politólogo. Dos libros publicados: «Desde la Crítica» y «El Pensamiento Atrapado». [email protected]

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